Hoy tenía un free tour contratado por la mañana para obtener así una introducción a la ciudad. Me levanté a las 08:30 y tras una ducha refrescante, salí andando hacia el punto de encuentro. Por el camino me compré algo para desayunar y por el camino me estaba comiendo el croissant. Al terminarlo me acordé de que aquí estaba mal visto comer por la calle. Osaka es la ciudad más “rebelde” de Japón y se puede hacer, pero por aquí ya es diferente. A las 09:30 empezó el tour al lado del río. Esta vez el grupo era bastante grande y de muchas parejas. Si vi que estaba la misma familia de Madrid con la cual hice el free tour en Osaka. Estuve hablando con ellos un rato mientras que íbamos andando al lado del río.

Pasamos a entrar al barrio de las geishas. Las geishas son mujeres que tradicionalmente ofrecen entretenimiento y para los malpensados: no es en forma sexual. Empecé a hablar con dos chavalas que iban solas como yo: Mireia de Cataluña y Alba de Andalucía. Tras la explicación sobre las geishas, pasamos a visitar el templo Chion-in, un templo sintoísta con una puerta clásica gigante. Pudimos entrar dentro del templo para ver una ceremonia. Después de eso nos fuimos andando por el parque. Me gustó mucho, ya que estaba todo verde y me transmitía paz. Próxima parada fue el Kongoji templo y después de eso fuimos al templo Sanneizaka. Muy bonito este templo, ya que era muy alto y me encantaba la forma que tenía. Tras eso terminó el tour y hablé con Alba y Mireia para quedar más tarde para tomar algo. Alba se tuvo que ir directamente, pero con Mireia me fui a visitar el templo Kijomizu-dera, otro templo gigante encima de una montaña. Estaba ya un poco agotado de tantos templos, pero habían unas muy bonitas vistas sobre la ciudad. Después de eso me fui con Mireia a almorzar algo. Estábamos en una zona muy turística y nos sentamos en un pequeño restaurante para comer unas bolas de arroz rellenas de carne. Estuvimos hablando, pero la conversación no fluía mucho la verdad.



Me despedí de Mireia y me volví al hostal para descansar un poco. Hacía bastante calor y necesitaba estar dentro al fresquito. Me puse a mirar que hacer durante la tarde y me acordé de la pareja en Osaka la cual me recomendó el templo de los 1000 budas. Vi que estaba cerca del hostal y me fui andando hacia allí. Me tuve que quitar los zapatos y entré descalzo. Ahí pude apreciar literalmente 1000 estatuas del buda dentro del Sanjusagen-do templo. Fue impresionante de verlo y me hubiera gustado hacer algunas fotos, pero estaba prohibido y tenían cameras de vigilancia. Disimulando me puse hacer fotos con el móvil ya que no podía dejar la oportunidad de tener las fotos como recuerdo. Parecía en algunos momentos que estaba cometiendo un gran crimen y pensé que en cualquier momento iba a venir un guardia a hacerme borrar las fotos. Por supuesto, no pasó nada de eso y salí del templo.

Cogí el tren y me fui a visitar Fushimi Inari-taisha. Creo que es el sitio más famoso de Kioto y conocido por sus cientos de puertas clásicas. Me recomendaron ir temprano por la mañana o por la tarde casi para el atardecer para poder verlo con menos gente posible. Al llegar, vi mucha gente y la mayoría con sus mejores outfits para hacerse la foto Instagram. No se porque, pero notaba que tenía mucha energía y también me sentía muy bien. Me acordé de Justyna, ya que ella me hablaba mucho sobre las energías de cada persona, algo en lo que nunca antes había pensado. Pero por alguna razón, estaba sonriente y con buen ritmo subiendo la montaña. Al principio me hice las típicas fotos bajo las puertas clásicas, pero al haber tanta gente, me fui a subir la montaña para escapar de la multitud. Contra más subía, menos gente veía. Tras media hora, llegué arriba a un mirador espectacular con vistas sobre la ciudad. Allí me quedé un rato y al irme me preguntó un chaval si era español. Estaba con su familia y me puse a hablar un rato con ellos. Tras eso seguí mi camino hacia arriba. Llegué al punto más alto de 233 metros, pero fue bastante decepcionante. Ahí arriba no había nada de vistas sobre la ciudad y solo había un pequeño altar. Empecé a hablar con una chavala de India, la cual había empezado hoy mismo su primer día de viajar sola. Me hizo recordar mi primera noche al llegar a Cairo y pensando que estaba haciendo allí. Pero casi 8 meses después, aquí estoy en Kioto encima de una montaña. Me despedí de ella y bajé hasta llegar de nuevo al mirador de antes. Allí me quedé un buen rato disfrutando del atardecer y las vistas.



Viendo la hora que era y al no tener datos, bajé abajo para volver a la estación de tren. Allí pude conseguir WiFi y vi que me había hablado Alba hace dos horas para ver si quedábamos para cenar. Me pareció buena idea, pero no sabía si ella ya había cenado siendo la hora que era. Volví al hostal con la idea de pegarme una ducha, pero al llegar vi la chavala de Rusia y me quedé charlando un buen rato con ella. Me tuve que despedir de ella, ya que Alba me estaba esperando. Mireia no me había dicho nada y no le hablé ya que por la tarde no hubo mucho feeling.
Quedé con Alba en el centro y buscamos un sitio para cenar. Era ya casi las 21:00, lo cual es tarde para cenar en Japón. Encontramos un restaurante que estaba abierto todavía y tuvimos una cena agradable. Hablando con ella me di cuenta que tenía una mujer delante de mí: elegante y sofisticada. Lo que más me sorprendió que realmente tenía interés en mi vida y mis experiencias durante este viaje. Tenía hasta preguntas preparadas para mi. Me cogió de sorpresa y al principio estaba un poco tímido por tener que expresarme, pero se me quitó rápido. Últimamente me fijo también mucho en la mirada de las personas. Me he dado cuenta que a mi me cuesta todavía mirar alguien a los ojos mientras que estoy hablando. Normalmente miro mucho al alrededor y me di cuenta que Alba miraba también mucho a la tablet de pedir la comida mientras que me hablaba. Son detalles los cuales me hacen pensar como se me puede ver a mi por los ojos de otra persona.

Terminamos de cenar y le propuse de ir a tomar algo. Nos fuimos andando para ver si encontramos un bar y vimos un pub. Nos sentamos allí y empezamos ambos con una cerveza grande. Seguimos conversando y empezamos a hablar de cosas más personales y profundas. A ella también le gusta charlar con que siempre había algo de que hablar. Me encantaba hacerla reír, ya que tiene una sonrisa preciosa.
Se nos acercaron otros hispanohablantes a nuestra mesa y estuvimos charlando también con ellos. El dueño del bar nos preguntó que si queríamos la última cerveza y ambos dijimos que sí. Seguimos charlando y me contó sobre la perdida de su padre y hermana en el tiempo de un mes, algo con lo cual me sentía muy identificado al perder mi padre y abuela también en un mes. Terminamos nuestra última cerveza y salimos del bar. Yo no tenía ganas de recogerme y quería seguir hablando con Alba. Eran ya las dos de la mañana y empezamos a pasear por la ciudad. Me encanta eso de pasear y perderme por las ciudades de noche con otra persona.

Entramos en un parque y vimos un templo iluminado. Nos sentamos en un banquito y ahí nos llevamos otra media hora hablando. Ya ambos cansado, decidimos de recogernos. Acompañé a Alba a su hostal y yo seguí mi camino a mi hostal. Por el camino estuve pensando sobre mi vida. Últimamente pienso que cada vez es más complicado de encontrar pareja. Ya sea por el equipaje de cada persona o por los diferentes caminos que tengamos cada uno. No solo eso, pero lo que veo más complicado es tener ese feeling con la otra persona. Es complicado de encontrar eso. En este viaje he tenido muy pocas veces un buen feeling con otra mujer y mira que he conocido a muchas personas durante estos meses. Eso me ha hecho dudar de encontrar a esa persona especial. Pero después también me doy cuenta de que nunca se sabe lo que nos puede traer la vida. Esto es lo que más me encanta de viajar solo: me puedo levantar por la mañana sin saber que hacer el resto del día, pero tras apuntarme a un free tour he conocido a una mujer interesante. Eso es para mi lo mágico de este viaje y de la vida.
El siguiente día, 30 de junio, me sonó la alarma a las 09:30 de la mañana. Alba me habló ya que habíamos quedado para desayunar. Ambos estábamos cansados y yo con un poco de resaca tras la noche de ayer. Le propuse un sitio pequeño para desayunar y quedamos en la puerta de mi hostal. Cerca del hostal estaba el restaurante para desayunar. Al entrar, parecía que habíamos vuelto varias décadas atrás. Era casi de película, pero eso le daba su encanto. La dueña, una mujer mayor, estaba sentada esperando a que entraran clientes. Al vernos entrar, se levantó y nos preparó nuestros desayunos: unos sándwiches riquísimos.
Con algo de energía recuperada, nos marchamos y fuimos a coger el autobús para llevarnos a Arashiyama: el bosque de bambú. El autobús tardó unos 45 minutos y mientras tanto nosotros estábamos charlando. Llegamos a Arashiyama y fuimos directamente en busca del bosque de bambú. Vimos algo de bambú y nos metimos adentro pero a los pocos pasos vimos que no había un camino. Salimos y seguimos andando hasta ver ya los caminos entre todo el bambú. Era espectacular de ver tanto bambú pero también la altura que tenía. Nos hicimos varias fotos y tras eso nos fuimos andando para explorar la zona. Nos encontramos con un templo y entramos para ver también los bonitos jardines. Me hacía gracia, ya que Alba se expresaba en cada momento: andando por el bosque la escuchaba decir cada vez ‘¡qué bonito!’. No me importaba, ya que me gustaba verla sonreír y de alguna forma me hacía a mi también apreciar más lo que estaba viendo.


Estuvimos varias horas andando por el bosque hasta que decidimos de ir a visitar un puente, pero por el camino nos encontramos con el río y unas preciosas vistas. Nos quitamos los zapatos, metimos los pies en el agua y nos sentamos en unas piedras a charlar. Allí nos llevamos un buen rato hasta que nos volvimos andando al puente. Ella se tenía que volver a una hora razonable en tren a Kobe, la ciudad famosa por su carne. Decidió quedarse un poco más para almorzar y fuimos a comer a un restaurante. Yo me comí una sopa de noodles calentito que me entró de maravilla. Tras perdernos varias veces por el camino, la acompañé a la estación de tren. Allí vi que yo también podía coger el tren al centro en vez del autobús y me monté con ella en el tren. Tras varias paradas tuvimos ambos el transbordo a diferentes trenes y nos tocó despedirnos.

Yo seguí mi camino hacia el centro. Allí me puse a mirar que hacer el resto de la tarde. Vi que normalmente había un free tour nocturno, pero no estaba disponible para hoy. Decidí acercarme al punto de encuentro para ver si todavía podía apuntarme, pero desafortunadamente no se presentó nadie a la hora de quedada. Me fui a dar una vuelta por el centro y a comer algo. Estaba bastante cansado de estos días y me recogí temprano.
El siguiente día, 1 de julio, me levanté tarde y dejé mis cosas en el hostal tras el check-out. Tenía pensado de visitar un templo, pero estaba lloviendo y la verdad que tampoco tenía muchas ganas de ver otro templo más. Decidí quedarme en el hostal y ponerme a escribir para el blog.

Por la tarde me apunté para el tour nocturno al cual intenté ir ayer. Hoy sí estaba disponible. El tour era sobre las geishas y su barrio. Casualmente pasamos también por el templo donde estuve ayer por la noche con Alba. Desafortunadamente no pude ver a ninguna geisha, ya que estaba lloviendo. Sí pasó un taxi con una geisha dentro, pero no me dio tiempo de verla bien. Tras el free tour me fui andando hacia el hostal y por el camino me paré en un pequeño restaurante para cenar. Me senté en la barra y delante de mí la cocinera preparaba las comidas. Yo me pedí unos noodles y probé también el sake calentito. Me volví al hostal y preparé mis cosas para salir a coger el autobús a la estación. Llegué con bastante tiempo de antelación, pero al estar lloviendo no quería arriesgarme. A las 23:30 cogí el bus nocturno para ir a un pueblo al lado del monte Fuji.
