Encendieron las luces dentro del autobús y abrí los ojos. Antes estaba todo oscuro, ya que habían echado las cortinas por las ventanas laterales y también un cortina por la parte frontal. Miré por la ventana y ahí pude ver por primera vez el monte Fuji. Me bajé del autobús en la última parada. Eran las 08:30 de la mañana y tuve que despertarme un poco para ver que autobús tenía que coger ahora. Mi hostal está en las afueras del pueblo, ya que lo elegí por estar al otro lado del lago Kawaguchi. Desde ahí tendría unas bonitas vistas sobre el lago y por detrás el monte Fuji. Cogí el autobús local y me bajé de nuevo en la última parada. En el hostal era muy temprano para hacer el check-in. Aunque hubieran camas libres, aquí son muy estrictos con las reglas. Cansado de toda la noche, me quedé un buen rato en la sala común.
Sobre la hora del almuerzo, salí afuera para dar una vuelta y buscar algo de comida. Había un supermercado al lado del hostal, pero estaba cerrado. Seguí andando y vi el parque Oishi, el cual está lleno de flores. Era muy bonito de ver la combinación: las flores, el lago y el monte Fuji. Tuve también suerte, ya que la montaña se podía ver bien al no haber muchas nubes alrededor. Di una vuelta por el parque y me fui a almorzar en un restaurante. Tras haber comido, me volví al hostal para hacer el check-in. Me tendí un rato en la cama y me eché una pequeña siesta.

Por la tarde/noche salí de nuevo a dar una vuelta para ver los paisajes. También tenía hambre y estaba buscando un sitio para cenar, pero todo lo que estaba encontrando alrededor del hostal estaba ya cerrado. Sí encontré un supermercado y ahí pude comprar algo de comida para comérmelo en el hostal. Cené y después empecé a hablar con un chavala de Hungría: Anna. Ambos teníamos el mismo plan y decidimos de alquilar una bicicleta cada uno para mañana.
El siguiente día, 3 de julio, me levanté temprano y salí en bicicleta con Anna. Al salir del hostal ya vimos que iba a ser un buen día para ver el monte Fuji: el cielo estaba despejado. Paramos en un supermercado para comprar el desayuno y seguimos nuestro camino. Hacía bastante calor y eso siendo las 11:00 de la mañana solo. Tuvimos suerte ya que tuvimos pasar por dentro de un túnel largo de unos 3 kilómetros de longitud. Lo bueno fue que era todo cuesta abajo y no hacía falta ni darle a los pedales.

La primera parada fue la pagoda Chureito. Es algo que yo quería ver, ya que había visto las varias fotos preciosas con la pagoda y el monte Fuji por detrás. Dejamos la bicicleta en el parking y subimos durante 15 minutos la montaña. Arriba ya pude disfrutar de las vistas y me hice también varias fotos. Tras estar un rato arriba, nos volvimos abajo a las bicicletas. Nos fuimos al centro del pueblo para buscar un restaurante para almorzar. Entramos en uno y estaba curioso. Las mesas y sillas estaban metido en unos huecos, por lo que estábamos sentados a un nivel más bajo que el suelo.

Tras almorzar nos fuimos a visitar un onsen público. Un onsen es un spa con aguas naturales de la montaña. Lo diferente aquí es que no está permitido entrar con ropa. ¡Es totalmente desnudo! Muy pocos onsen son mixtos y este era separado para mujeres y hombres. Anna y yo nos despedimos y quedamos para reencontrarnos una hora más tarde afuera. Entré en el vestuario y ahí ya me tuve que desnudar completamente. Dejé la ropa en una taquilla y pasé adentro del spa. Al principio fue una experiencia muy rara. Era el único turista y la mayoría eran japoneses mayores. Primero me tuve que lavar y me metí directamente en la primera piscina que vi. El agua estaba muy caliente y solo aguanté unos minutos dentro. Me levanté y me metí en otra piscina. Tras eso salí al patio donde había una pequeña piscina al aire libre. Todas las piscinas estaban con agua caliente y no aguantaba más adentro. Me salí del agua y me tendí en una tumbona en la sombra. Tras el primer shock, ya estaba cómodo y sin vergüenza. Ahí estaba yo tendido en la tumbona completamente desnudo. Tras un rato me metí de nuevo en las piscinas y encontré también una pequeña piscina con agua fría, lo cual agradecí mucho. Terminé metiéndome en la sauna y después me duché. No era una ducha normal. En fila habían hombres sentados en un taburete y se iban duchando con jabón. Así hice yo también y me volví a la taquilla para vestirme. Fue una experiencia peculiar.

Salí afuera y me estaba esperando Anna. Nos montamos en la bici y fuimos saliendo del pueblo para volver al lago. Habíamos visto ya una parte del lago y ahora nos fuimos por la parte oeste para rodearla completamente y volver al hostal. Tardamos unas dos horas en volver, pero también tuvimos una parada por el camino. Anna había quedado con alguien y los tres estuvimos sentado en un parque charlando. Estaba casi atardeciendo y estaba precioso el paisaje. El sol le daba un color muy bonito al monte Fuji.

Pasamos por el supermercado y ahí compramos la cena. Nos la calentaron ahí mismo y nos sentamos enfrente en el parque con las vistas sobre el monte Fuji. Ya era de noche y solo se veía los caminos iluminados por el monte. Volvimos al hostal y el resto de la noche me quedé yo ya escribiendo, actualizando mi blog y poniendo una lavadora.