Tras acostarme de nuevo tarde, el francés me levantó a las 08:00. Decidí levantarme ya que teníamos un buen plan para el día. No estaba muy convencido, pero acepté por probar la experiencia. El chaval de India se unió con nosotros. Salimos a desayunar y tras eso alquilamos dos scooters. Yo nunca me he montado en scooter, menos una vez con un primo mío y casi metí la pata. Yo me monté detrás con el francés en una scooter y el indio en la otra scooter. ¡A descubrir la isla! Nuestro hostal está en la parte sudoeste de la isla y tiramos para el norte. El primer tramo estaba yo nervioso en la scooter, agarrándome como si mi vida dependiera de ella. Estuve pensando hasta en retirarme de esta aventura ya que no estaba cómodo, pero decidí darle tiempo. Poco a poco me empezaba sentir más seguro y más cómodo atrás en la scooter. La primera parada fue en una playa en el norte de la isla. La playa desierta y era buen momento para estar allí un rato disfrutando bajo la sombra de los arboles. Habían algunas personas allí también y hasta un mono intento robarle comida a una mujer. Con chanclas y arena conseguimos espantar al mono. Aunque fuera varios meses de la última vez que había visto el mar, no me bañé. Tras un buen rato nos fuimos en busca de nuestra próxima parada, unas cascadas. La cascada no tenía mucha agua, ya que es temporada seca por aquí. De todos modos si había un pequeño lago debajo de la cascada y decidimos darnos un baño allí. Conocimos también a un grupo de Kuala Lumpur y estuvimos hablando con ellos. De nuevo, monos intentado robar las mochilas y esta vez había que tirarles piedras para espantarlas. Fuimos a echar gasolina y ahí vimos que el litro sólo valía 40 euro céntimos, igualito que en España. Pusimos marcha a pasar por toda la costa del norte y parando por donde nos pareciera bonito. Las playas desiertas y con unas vistas impresionantes: con pequeñas islas por todos lados.
Ya por medio día nos entro hambre y por la carretera paramos en un “local” donde trabajadores paraban para comer rápido. Te daban un plato de arroz y se podía elegir que añadirle. Yo le añadí un huevo frito y pollo con una salsa. La comida muy rica y muy agradable la cocinera. En nuestra mesa se sentaron también unos trabajadores y intentamos charlar un poco con ellos. Vi que uno se estaba comiendo un postre y le preguntamos que era: un flan. Sólo costaba 40 euro céntimos y me pedí uno. El flan de limón estaba muy bueno y muy refrescante.
Terminamos de almorzar y seguimos nuestra ruta. Pasamos por varias playas y una de ellas parecía de lejos muy bonita, pero al llegar se veía muy turístico. Nos fuimos y un poco más adelante encontramos un playa guapísima. Allí nos quedamos unas horas debajo de la sombra de un árbol. El sol pegaba fuerte con que la sombra era necesaria. Me quedé dormido en una mini siesta y tras despertarme, nos pegamos un baño en el mar. La marea estaba muy baja con que al final había que simplemente sentarse para mojarse entero.
En la playa nos llevamos unas horas muy a gusto. Nos marchamos para seguir nuestro camino a descubrir la isla. Teníamos planeado de subir al punto más alto de la isla para ver el atardecer allí, pero viendo que había mas de media hora de camino, decidimos ir a nuestra playa para volver al mismo chiringuito del día anterior. Allí nos tomamos una cerveza viendo el atardecer, pero no estaba igual de bonito que ayer ya que habían algo de nubes.
Tras ver el atardecer nos volvimos al hostal para entregar las scooters, pero el dueño no estaba. Tras llamarlo nos dijo que a las 23:30 venía ya que estaba trabajando también en un restaurante. Subimos al hostal y yo me metí en la sala de silencio para ponerme un rato a escuchar música, escribir y poner al día mis aventuras. El francés y el indio me preguntaron si iba a cenar con ellos, pero estaba a gusto ahí en ese momento. Sobre las 22:00 terminé y tuve que arreglar un fallo que había cometido. Había cargado la tarjeta virtual de grab con dinero, pero los últimos grab no se cobraron de ahí. Todavía me quedaba dinero y para no perderlo me pedí un McDonald’s. En la sala común me lo comí y me puse a charlar con alguna gente. Tras un buen rato, el francés y yo nos fuimos en busca del indio que estaba en el bar. Nos invitaron a su mesa y empecé a hablar con una americana sobre todo lo que iba mal en Estados Unidos. Ambos estuvimos de acuerdo que algunas cosas de allí eran una locura. Desafortunadamente nos cerraron el bar a las 01:00 y ya me recogí para dormir.