Llevaba varios días y hasta semanas estando un poco perdido y con pocas ganas. Me lo pasé genial en Laos, pero en Camboya noté que ya no estaba igual. No estaba disfrutando el momento. Me di cuenta de esto cuando una chavala me preguntó cuales serían mis próximos destinos. Le contesté: “debo de ir todavía a Filipinas y Indonesia”. Ese “debo” me hizo ver que estaba forzando cuando debería ser un “me gustaría”.
Tras pensarlo durante varios días, decidí de marcharme de Vietnam y dejar la parte norte del país para más tarde. Había estado planeando y leyendo sobre Indonesia que notaba que estaba ilusionado en visitar el país. Por esa razón me compré un billete de avión para irme a Bali en Indonesia. Para eso, tuve que volver a Ho Chi Minh para coger el avión el siguiente día.
A las 06:30 estaba preparado en la recepción del hostal para que me recogieran. No vinieron a por mi hasta las 07:10. Le pregunté al chófer si íbamos llegar a tiempo a la estación de autobús y me dijo que no había problemas. Me pude montar con tiempo en el autobús y ahí empezó el largo camino hacia Ho Chi Minh. Tras dormir, comer, leer, escribir, escuchar música y hasta un cambio de autobús, llegué a Ho Chi Minh sobre las 19:00 de la noche. Fueron muchas horas, pero ahora me quedaba llegar al hostal. Había cogido un hostal al lado del aeropuerto y viendo que era hora punta de tráfico, me pedí un uber moto. Con las dos mochilas encima, me llevó el uber en moto entre el tráfico para llegar media hora más tarde al hostal. Salí a cenar y volví al hostal para acostarme temprano.