Desayuné y me despedí de mi bungaló privado. Me fui andando hacia el puerto y ahí cogí el ferry para ir a la otra isla: Gili Air. Allí tuve que esperar una hora hasta que saliera mi ferry hacia mi próximo destino: Nusa Penida. El ferry tardó unas dos horas en llegar y desde el puerto me fui andando 15 minutos hacia mi hostal. En esta isla no hay Uber, con que me busqué algo cerca del puerto. Tras hacer el check-in, me quedé un rato en la habitación con el aire acondicionado planeando los próximos días. En el hostal contraté un tour en barco para hacer snorkel el próximo día. El problema era que no incluía transporte con que al final decidí de alquilarme una scooter para los dos próximos días para explorar también la isla. Por la noche me fui al centro del pueblo para cenar en un restaurante.

El siguiente día, 25 de abril, me levanté temprano y desayuné en el hostal. Cogí la scooter y tras 20 minutos llegué al sitio de donde salía el tour. Desde la playa se podía ver la isla de Bali y sus montañas. Tras una corta espera, nos pudimos montar en el barco y nos fuimos navegando hacia la parte sudoeste de la isla. Ese debería de ser el sitio para ver las mantarrayas. Me metí el primero en el agua y estuve dando vueltas, pero desafortunadamente no hubo suerte: no pudimos ver las mantarrayas. En el agua me pasó algo que no pensaba que me pudiera pasar. Empecé a sentirme mareado por lo brusco que estaba el mar. Habían muchas olas y mirando hacia el fondo del mar hizo que me mareara. Subí al barco de nuevo y nos fuimos al próximo sitio para hacer de nuevo snorkel. Pude ver mucho coral y peces, pero con el mareo que tenía, no lo estaba disfrutando. No sabía si era mejor quedarme en el barco o estar en el agua el tiempo máximo posible. Ambas opciones se movían mucho por las olas. La última parada fue por donde salimos con el barco. Allí la corriente era muy fuerte: nos tiramos al agua con el guía y simplemente nos dejamos llevar por la corriente. Por el camino vimos algunas tortugas y tras un rato nos vino a recoger el barco de nuevo. Volvimos a tierra firme tras terminar el pequeño tour de dos horas, pero a mi se me hizo demasiado largo por los mareos. Al llegar me tendí en un sofá y allí me quedé un rato hasta que se me quitó un poco el mareo.
Me monté en la scooter y empecé mi exploración de la parte oeste de Nusa Penida. Tenía una hora de camino y notaba que me faltaba todavía energía. Decidí parar en un restaurante indio por el camino y allí almorcé muy rico. Me acordé de Mickey, ya que con él fui a varios restaurantes indios durante nuestros viajes. Tras comer noté el cuerpo mucho mejor y continué mi camino. La primera parada fue la playa famosa Kelingking. Es la imagen que se suele ver cuando se anuncia la isla de Nusa Penida o Indonesia. Primero me fui a la playa del lado para hacer algunas fotos. En la misma playa Kelingking habían muchos turistas, pero conseguí hacerme unas fotos sin gente en ella. Vi un sitio donde te hacían fotos y videos durante un minuto por 10.000 rupias, que son unos 60 céntimos de euros. Ya que estaba aquí una vez, decidí de hacerlo para tener buenas fotos. Tras eso podía bajar abajo hasta la misma playa, pero había leído que era bastante complicado bajar y subir. No me sentía del todo bien después de los mareos y al final no bajé. Salí de allí para ir al próximo sitio. Por el camino compré algo de gasolina para la scooter. No en una gasolinera, pero en cualquier local por la carretera vendían gasolina en botellas de plástico de litro y medio.


Próxima parada fue Angel’s Billabong. Es un acantilado pero tiene una parte que es como si fuera una “piscina” con las vistas sobre el mar. Vi varias personas bajando por las escaleras y las rocas para hacerse unas fotos en esa “piscina”. El mar estaba tranquilo y decidí bajar también. Había cola para hacerse fotos y delante de mí había una pareja y le ofrecí hacerles unas fotos. La mujer me dio su móvil y cuando empecé hacer las fotos subió una ola grande el cual hizo entrar el agua por la “piscina”. Sin problema, pero rápidamente llegó una segunda ola con mucha más fuerza. El agua entró en la “piscina” con una fuerza que pensé que me iba a tirar y llevarme contra las rocas. Intenté andar rápidamente para atrás con mi móvil y el de la mujer en la mano hacia mi mochila, la cual había dejado en una roca. Veía que la mochila estaba en peligro de llevársela el agua, pero pude llegar a tiempo. El agua me tiró contra una roca, pero me pude quedar de pie. Otro hombre tuvo menos suerte y fue tirado al suelo por la ola pero no se hizo daño. Con el susto en el cuerpo subí rápidamente por las rocas para salir de la “piscina”. Podía haber acabado todo mucho peor y todo por una foto, la cual al final no me pude hacer. Le devolví el móvil un poco mojado a la señora y mi móvil me estaba dando el mensaje que le había entrado agua. Temblando todavía de lo que podía haber pasado, me fui a Broken Beach, otro acantilado. Allí me quedé a una distancia segura viendo el paisaje. Tras un rato, cogí la scooter y me fui.


Tenía planeado de ir a Crystal Bay para ver el atardecer, pero tras los mareos y el susto, decidí de volver al hostal. Me quedaba una hora en scooter y por el camino me hablaron Lola y Malina para ir a cenar con ellas. Quedé con ellas y tras cenar me fui al hostal de ella para jugar a las cartas.
El siguiente día, 26 de abril, quedamos tempranos los tres para explorar la parte este de la isla. Era el cumpleaños de Malina y vinieron a mi hostal para salir de allí. Sabiendo que le encantaba el chocolate, le dejé unos panqueques con nutella preparados para que tuviera un pequeño regalo de cumpleaños. Con las scooters salimos a nuestra primera parada, Teletubbies Hill. En medio de las montañas se encontraban estos pequeños montes que tenían una forma particular, igual que la serie para los niños. Tras eso nos fuimos a la costa para visitar Suwehan Beach. Al llegar allí vimos que habían pocos turistas. Una señora de la tienda nos dijo que podíamos bajar por el acantilado con escalones para llegar a la playa y bañarnos. Convencí a las chicas para bajar y tras 15 minutos de bajar escalones, llegamos abajo. Por el camino tuvimos unas vistas espectaculares viendo los diferentes tonos del mar, de azul claro a azul oscuro. Abajo nos dimos cuenta que apenas había playa por el oleaje que había. Era muy peligroso ya que habían muchas rocas y la marea estaba muy alta. Nos quedamos un rato en las escaleras viendo el mar. Un turista se atrevió bajar a las rocas y tras unos minutos le pasó una ola por encima y rápidamente volvió a las escaleras. Volvimos a subir por los escalones y al llegar arriba estábamos los tres empapados de sudor por el esfuerzo. Salimos de allí para ir a visitar la famosa Diamond Beach. Con sus escaleras por el acantilado, es una imagen famosa lo cual se notaba por la cantidad de turistas que habían. Había opción de bajar hasta la playa, pero no se podía bañar en el mar por el oleaje. Decidimos de quedarnos arriba y nos hicimos fotos en varios sitios con las vistas. Tras un buen rato nos fuimos de ahí y volvimos por la costa a nuestro pueblo para almorzar.




Tras almorzar, nos fuimos a la parte oeste para ver el atardecer en Crystal Bay. Por fin, tras un largo día, nos podíamos bañar en el mar. Estuvimos un buen rato en el agua y viendo el atardecer. Una vez de noche volvimos al pueblo para ir a cenar. Hablé con la camarera para que le dieran una sorpresa a Malina. Le llevaron el postre con velas y con las palabras cumpleaños feliz escritas en chocolate. Por lo menos pudo soplar las velas. Tras la cena volvimos a mi hostal para jugar un rato a las cartas.
