Hoy tocaba despedirme de Vietnam. Había estado lloviendo toda la noche y por eso decidí de levantarme antes de lo que tenía planeado. Me levanté a las 05:30 y tras prepararme, bajé a recepción para hacer el check-out. Allí había una chica sentada con su equipaje y me preguntó directamente si iba también al aeropuerto para compartir un Grab. Me vino de maravilla, ya que se juntó otro chaval con nosotros. Repartimos así los gastos entre tres. Llegué sobre las 07:00 al aeropuerto y fui a por la tarjeta de embarque. Aquí estuve nervioso, porque no me había quedado claro si tenía permitido llevar el equipaje arriba del asiento y no solo debajo del asiento delantero. Intenté hacerme el listo en el mostrador. Solo enseñé mi equipaje grande y le puso su etiqueta de equipaje de mano. Mi mochila pequeña la tenía en los pies, pero al irme el señor me vio también la mochila pequeña y me llamó de vuelta. Ahí pensé que me iba hacer pagar por el equipaje, lo cual era 97 dólares. Me iba a costar casi el doble que el billete de avión. Al final le puso otra etiqueta y me dejó ir.
Una cosa rara pero lo cual me da placer: me quedaban 51.000 dong en la cartera y me lo pude gastar exactamente en una botella de agua y unos caramelos. Algo lo que sí estoy coleccionando es un billete de cada país como recuerdo.
Tras unas dos horas de vuelo, llegué a mi nuevo destino: Hong Kong. En mi plan original de viajar durante un año no estaba incluido este destino, pero me ha gustado tanto el sudeste asiático que he decidido quedarme más tiempo por Asia y aprovechar. Tras pasar por la aduana me cogí el tren para ir al centro.
Vi que eran unos 25 minutos andando desde la estación hacia el hostal y decidí ir andando para así ver directamente la ciudad. Primero tenía que conseguir salir del centro comercial gigante. Intenté salir por dos salidas, pero daban a carreteras grandes donde no podían pasar los peatones. Al final salí por otro lado, pero le tuve que dar una buena vuelta al centro comercial por fuera. Los 25 minutos se convirtieron así en algo más. Andando por la ciudad ya me estaba dando cuenta de lo grande que era todo. Me recordaba mucho a Singapur, pero aquí los edificios eran mucho más alto. Algunas veces se veían bloques de pisos altísimos uno tras otro. Llegué al hostal y tras el check-in fui a mi habitación compartida en la planta 11. Me esperaba peor de la habitación, pero estaba bien.
Un rato más tarde salí afuera para buscar algo de comida. Online encontré un restaurante que la gente recomendaban y fui allí. Al entrar en el restaurante, me empezaba a dar cuenta de lo diferente que iba a ser esto comparado con el sudeste asiático. Los camareros apenas hablaban inglés y el menú estaba medio traducido. Me pedí una sopa de fideos, pero la verdad que no me convenció mucho. En Vietnam estaba mucho más bueno ya que el caldo de esta sopa apenas tenía sabor. Tras comer me fui andando por la ciudad para explorar. Unas de las cosas que me sorprendieron fueron los pasos de peatones. Aquí la gente sí esperaban a que el semáforo se pusiera verde para cruzar por el paso de peatón. En el sudeste asiático el paso de peatón no se usa y se cruza cuando uno quiera.
Paseando vi el museo de la historia y decidí entrar ya que era también gratis. Primero pensaba que era sobre la historia “reciente” de los tiempos de los ingleses. Pero no fue así: era más sobre la historia de algunas dinastías chinas hace varios siglos. Estuve entretenido en el museo y me llevé allí un buen rato. Tras eso salí y poco a poco me iba acercando a la bahía. Entre los edificios pude empezar a ver las vistas sobre la bahía. ¡Vaya vistas! Me quedé con la boca abierto de lo que estaba viendo. Había visto hace años imágenes online, pero en persona impresiona mucho más. Desde mi parte (Kowloon), estaba viendo la isla de Hong Kong con todos sus rascacielos y edificios. De izquierda a derecha era un espectáculo. Ya estaba empezando a atardecer y se veía como poco a poco las luces de los edificios se iban iluminando. Me puse a dar una vuelta por la avenida de las estrellas, ya que habían varias estatuas. La estatua más famosa es de Bruce Lee. Yo no sabía que era de Hong Kong, pero a los pocos meses de nacer su familia se mudo a Hong Kong.
Me quedé por la avenida un rato más dando vueltas y cogí un buen sitio para sentarme. A las 20:00 empezaría el show de luces y música. Durante diez minutos las luces en los edificios se movían al ritmo de la música. Me quedé un rato ahí sentado disfrutando de las vistas y me hice también algunas fotos. Me puse a andar de nuevo y busqué un sitio para comer algo rápido. Tras eso me volví al hostal ya que fue un día largo.