¡Buenas noches! El día de ayer empezó tranquilo. Me levanté tarde porque estaba reventado del día anterior viendo las pirámides. En la habitación no quedaban gente, ya que habrían salido temprano para ir a explorar Cairo. Me pude duchar tranquilo y fui a desayunar en el hostal. La señora del hostal me preparó un buen desayuno y con las fuerzas recargadas me marché a la calle.
En vez de coger de nuevo un uber, tenía ganas de probar el transporte público. Cerca del hostal estaba la parada de metro y por 15 euro céntimos pude coger el metro hacia el barrio cóptico. El 90 por ciento de la población egipcia es musulmana, pero hay un 10 por ciento que es cóptico. En este barrio pude ver varias iglesias. La que más me impresionó fue la iglesia de San Sergio. Nada más que salir del metro ya se puede apreciar esta iglesia con su gran fachada y alta torre. El interior no se pudo ver mucho, ya que estaban con una misa. Después fui a ver la iglesia colgante, que es famosa por su nombre. Ese nombre es debido a que está construido sobre una antigua muralla y al parecer antiguamente se veía como colgando de la muralla. Ahora no lo he podido apreciar yo así la verdad. Después de eso me fui callejeando por las callecitas del barrio. Me recordaba mucho a las callecitas del barrio Santa Cruz en Sevilla, con sus calles estrechas y lleno de turistas. Tras ver varías más iglesias llegue a una donde la leyenda dice que en una cueva de la iglesia estuve durante unos meses viviendo Jesús Cristo de bebe. Se podía entrar en la cueva, pero tampoco había mucho que ver.
Una vez terminado de ver todo me salí andando del barrio para ir a ver la mezquita de Amr, que estaba cerca. De nuevo, una fachada bonita y el interior no muy espectacular. Tras la mezquita me cogí un uber para ir a ver la ciudadela de Cairo. El uber tardó un buen rato por el tráfico que había y me sigue fascinando el conducir por aquí. ¡Es una locura!
Lo más bonito de la ciudadela fueron la mezquita de Muhammad Ali (no confundir con el boxeador) y las vistas sobre la ciudad. Aparte de la mezquita había también varios museos militares y policiales, pero no me llamaron mucho la atención. La mezquita es una de la más bonitas que he visto. No es muy grande, pero tiene 4 minaretes altas y desde la autovía se ve imponente los muros de la ciudadela y la mezquita arriba en la montaña. El interior me gustó también, ya que el techo estaba muy bonito decorado y con sus formas por las cúpulas. Lo único malo, que había un gran olor a pie. Por supuesto, había que quitarse los zapatos y todo el mundo andando en calcetines o descalzo. ¡Imagínatelo!
Gracioso fue también que se me acerco un guía que hablaba español y me preguntó por mis gafas de sol. Me las quería comprar aunque yo le dijera que eran baratas y sin ser de marca. Me costarían a lo mejor 10 euros en España, pero ella me lo quería comprar por 5 euros. Aparentemente en Egipto no venden gafas de sol sin ser de marca con una cierta calidad de cristal. Le dije que no, ya que me quedaría yo sin gafas. Ella seguía insistiendo y ya me preguntó hasta si no le podía enviar gafas desde España. Después de esto salí fuera de la mezquita y llego la parte más bonita para mi: las vistas sobre la ciudad de Cairo. Pude hacer varias fotos chulas y también me hizo algunas fotos un chaval de Puerto Rico. Me hubiera gustado quedarme hasta el atardecer allí, pero cerraban a las 16:30 y me lo perdí. Las vistas eran espectaculares: desde ahí se veían las pirámides de Giza y de Saqqarah. Y lo más bonito era que el sol estaba bajando casí por las pirámides de Giza.
Intenté coger un uber para el hostal ya que estaba a una hora andando, pero el uber ahora me mandó un mensaje pidiendo 10 veces más de lo estipulado. Le cancelé y me puse a andar para ver la ciudad de noche. Había muchísimo tráfico por todos lados y me tuve que poner la braga por la boca de los gases de escape. Al final me puse andar, me compré unos dulces de miel típicos de aquí en una panadería y me sentí como un niño disfrutando de los dulces. Tras una hora llegué cansado al hostal. Tenía planeado de tomarme la tarde/noche de tranquilo, pero en la habitación conocí a un americano que me invito a una cerveza. Nos la tomamos en la sala común y decidimos ir a cenar. Nos recomendaron en el hostal un buen sitio donde sólo servían koshari, lo cual ya había probado la noche anterior. Al final repetí koshari y se juntaron con nosotros la pareja de Holanda. Pasamos los cuatro un buen rato cenando y después de eso compramos unas cervezas para tomar en el hostal. Seguimos charlando hasta las 00:30 y ya nos recogimos para dormir.
El día de hoy ha sido tranquilo. Me he levantado tarde ya que no tenía nada planeado debido a que a las 11:30 cogía el taxi con la pareja holandesa para ir al aeropuerto para el vuelo a Aswan. Teníamos el mismo vuelo, pero diferentes hostales en Aswan. Una vez llegado al aeropuerto intentamos coger un taxi regateando el precio. Tras algunas negociaciones, tomamos rumbo al centro, dejamos a la pareja en su hostal y el taxista me dejó en mi hostal.
A primera vista no me ha gustado mucho el hostal. La carretera desde la carretera principal ni está asfaltado. El hostal es simple pero tiene una de las mejores notas en el pueblo. Tras ubicarme en la habitación, me fui a la sala común para conocer gente para ir a cenar. Al principio parecía que todos ya se conocían o venían juntos de viaje y me costó trabajo de abrirme y meter la cuchara en la conversación. Empecé a sentirme mal por no estar hablando y sabía ahí que tenía que cambiar el chip. Esa fue una de las razones por la que he hecho este viaje, ser más abierto con la gente desde el primer momento y no esperar tanto a abrirme. El grupo entero se fue a por unas cervezas y por algo de comer y decidí irme con ellos. Al final por el camino charlando con todos y haciendo amistades. No es tan difícil, simplemente hay que estar abierto y con una sonrisa. Aparentemente ellos tampoco se conocían entre ellos anteriormente. Y ahora estamos aquí charlando y tomando unas cervezas.
Mañana toca madrugar. A las 04:30 me recoge un taxi ya que voy a Abu Simbel con la pareja holandesa. Está a 300 kilómetros con que nos esperaba un buen camino. ¡Nos vemos mañana!