¡Buenas noches! Aquí estamos de nuevo. Me está gustando esto de escribir por las noches sobre el día que he tenido. El día empezó temprano, me levanté a las 07:30 ya que quería estar antes de las 9 en la agencia para coger un coche privado para que me llevará a mi y al chino de ayer (sí, otra vez no me acuerdo de su nombre). Desayunamos por la calle y nos fuimos para la agencia pero pasaron las 9 y la puerta seguía cerrada. Debía haberlo dejado encargado ya ayer, pero al final no pude porque me fui con la pareja holandesa a dar una vuelta. Al final, dimos una vuelta y se nos acerco un hombre. Como siempre, diciendo que nos puede ayudar pero que no, que no, que no nos quiere vender nada. Lo seguimos y nos lleva a su tienda y ahí pregunto lo que ofrecen. El precio es un poquito más caro pero el chófer puede recogernos a las 10:00. Aceptamos ya que o si no iba a ser muy tarde para ver todo, porque cierran a las 16:00.
Empezamos la ruta con el chófer y tenemos que travesar la ciudad y hay un montón de tráfico como siempre. El sonido es un no parar de cláxones. Todo los coches parecen que tienen que avisar a la misma vez que van a pasar. Aparte del sonido, es también la manera de conducir. Viendo como conducen no me sorprende los daños que tienen la mayoría de los coches. Se adelanta por donde uno quiera y carriles en la carretera apenas se ven. Pero a eso hay que añadirle que la gente va cruzando las carreteras como si nada. Y tras sólo haber estado aquí dos días, le he cogido el truco de cruzar una carretera (no he visto todavía un paso de peatones). El truco es simplemente ir andando e ir esquivando los coches, o mejor dicho que los coches te vayan esquivando a ti. Al principio da respeto, pero viendo que hasta niños pequeños van cruzando así, no me he podido quedar atrás.
La primera parada fue Dahshur, donde hay varias pirámides. Por tiempo, sólo nos acercamos a la pirámide roja. ¡Ahí teníamos la opción de entrar adentro! Es una experiencia única de poder entrar en un monumento tan antiguo (más de 4500 años). Primero la subida hacia la entrada y una vez dentro, una bajada escalonada donde hay que ir bajando agachado porque el techo es muy bajo. El chófer me conto después que el techo era tan bajo, porque era una manera de mostrar respeto al faraón. Bajando se empieza a notar la humedad, el calor y el dolor de espalda. Pero merece la pena. Abajo no hay mucho, ya que está vacío, pero se puede apreciar las paredes y el techo. La subida mucho mejor y más rápido, aunque llegué arriba reventado y con sed.
Una vez en el coche, tomamos rumbo al próximo destino: Saqqarah. Un terreno grande con de nuevo varias pirámides, pero la más importante y grande es la pirámide escalonada de Zoser. Esta fue la primera pirámide construida en Egipto y se ve que ahí todavía no tenían el conocimiento o las habilidades para construir una pirámide como la conocemos. Debido a eso, está escalonada. Tras dar una vuelta por el recinto, nos volvimos al coche. Ya nos tocaba lo más importante y más impresionante: las pirámides de Giza.
En camino a Giza ya empezó el chofer a intentar parar en algunas tiendas de sus amigos: que si tienda de alfombras, que si tienda de papyrus. Le dije que no y que se fuera directo a Giza. Una vez llegamos a Giza, nos llevo de repente a una agencia y nos dijeron que entráramos. Ahí empiezan, como ellos dicen, con la hospitalidad egipcia: ¿de donde eres? ¡Ahh español! ¿Hola, qué tal? ¡Hala Madrid! Nos ofrecen algo de beber pero yo quiero saber que que hacemos ahí. Le explique que simplemente habíamos encargado un chófer sin ningún extra, pero que ellos de todos modos nos querían ofrecer sus programas. Al final le dijimos que no y que simplemente queríamos ir a la entrada oficial para comprar entradas. La cara del chófer ya había cambiado un poco al ver que no iba a tener comisiones. En la entrada otra locura de gente que te quieren “ayudar” y después te quieren vender ruta en camello o caballo. Ya estaba harto de tantas “ayudas” y lo que quería era entrar ya simplemente y andar libremente por el recinto.
Una vez dentro, por fin, lo primero que se ve la esfinge. Me esperaba algo más la verdad, ya que ya se veían pocas expresiones faciales por el desgaste del tiempo. Lo más bonito estaba un poco más adelante, las 3 pirámides de Giza (en realidad son 9, pero las otras son pequeñas): la gran pirámide, la pirámide de Kefrén y la pirámide de Menkaure. Las primeras dos son las más grandes y es espectacular de estar al lado y poder tocar esas maravillas del mundo. Tras la mañana que tuve, me senté un rato en una piedra para apreciar el espectáculo que estaba viendo delante de mí. Muchas fotos después intenté llegar al punto panorámico en el cual se podía apreciar las 3 pirámides y la esfinge, pero ya era tarde y el chófer ya me estaba llamando por teléfono que donde estábamos. Nos despedimos de Giza y volvimos a la capital.
Tras una mini siesta y recargar el móvil, me marché al centro sólo para cenar un típico plato egipcio: koshari. Es una mezcla de arroz, macarrón, lentejas, salsa de tomate, garbanzos, cebolla frita y vermicelli. La verdad que es una delicia. Tras el primer bocado, me quede sorprendido de lo bueno que estaba. Una mezcla de sabores impresionante. Aparte del sabor, un plato lleno que me costó trabajo de terminar. Precio total con una botella grande de agua: menos de 1,50 €. ¡Impresionante! La única pega, que de nuevo me querían tomar por tonto. Ya me estoy preguntando si es que tengo cara de tonto o simplemente soy otro turista más. Le di un billete grande para pagar y me dio la vuelta encima del ticket. Cogí la vuelta y le dejé una propina. Tras contar el dinero le dije que me faltaba cambio y ahí me enseñó que había más dinero debajo del ticket. Gran parte de la vuelta la había dejado encima del ticket y el resto oculto debajo del ticket. Son muy listos.
Tras la cena, me fui a dar una vuelta por las calles principales y para ser un miércoles normal, las calles estaban hasta arriba. Se nota que es una ciudad muy grande, ya que tiene 22 millones de habitantes.
Hasta aquí fue mi día. Aquí estoy al aire fresquito en la sala común del hostal escribiendo. Ya es hora de dormir. ¡Hasta mañana!