Me desperté a las 3:00 hora local y sin poder dormir más. Hablé un poco con la familia, vi algo de fútbol y tras algunas horas conseguí quedarme de nuevo dormido. Mi cuerpo necesitaba descansar y me desperté después de media tarde. Necesitaba salir a la calle porque ya estaba harto de estar en la cama aunque me seguía sintiendo fatal. Hacía ya también más de 24 horas que había comido pero no tenía nada de hambre. Me duché y salí a descubrir la ciudad y a buscar algo de comida por lo menos. En la misma esquina del hostal vi una pizzería y pensé que sería una buena opción para llenar el estomago con una pizza. Me pedí una simple pizza margarita y un zumo que estaba riquísimo. Aunque no tuviera hambre, la pizza me entró muy bien y sentí que tenía algo más de energía.
Cogí el metro al centro de la ciudad para ver lo que tenía que ofrecer Singapur. ¡Y vaya lo que tiene que ofrecer Singapur! Primero entré en un gran centro comercial con su canal con barquitos, diferentes plantas lleno de tiendas de alto lujo y todo decorado en plan navideño. El edificio con una arquitectura espectacular y para pasar un buen rato paseando. Salí afuera para ver lo que andaba buscando: las vistas sobre los rascacielos de la ciudad. Mirará por donde mirará notaba que me estaba quedando boca abierta de lo que estaba viendo. Seguí andando un poco más al lado del agua mientras que estaba lloviznando un poco, lo cual era bastante agradable. A mis espaldas vi por encima del centro comercial el gran hotel Marina Bay Sands. Es un hotel de tres torres con una piscina infinita a 340 metros de altura. Entré al hotel y era lujo por todos lados. La verdad que me sentí un poco fuera de lugar con la mala cara que tenía por estar enfermo. Pensé en pagar para subir hasta arriba del todo para ver las vistas sobre la ciudad pero preferí dejarlo para otro momento que me sintiera mejor.
Tras el hotel pasé a visitar el parque adjunto, llamado jardines de la bahía. El parque es grandísimo y famoso por sus “arboles” que se iluminan de noche. Andando por ahí parece que estás andando por un cuento de la infancia. Empezaba a llover más y tuve que sacar el chubasquero de la mochila, pero tampoco estaba a gusto con ello puesto ya que seguía haciendo calor. Mi cuerpo ya no aguantaba más y volví al metro para irme al hostal. Antes de ir al hostal pasé por el famoso mini supermercado 7eleven para comprar algunas cosillas de comida y bebida para pasar una buena noche. Una vez en el hostal me acosté rápido deseando que mañana fuera un mejor día.