¡Buenos días! Tocaba despedirme de Singapur y poner rumbo a Malasia. Estuve leyendo que había una ciudad pasando la frontera que se llama Johor Bahru. Entre que había leído algunas cosas buenas sobre ella y que estaba nervioso por pasar la aduana con el autobus, decidí pasar allí una noche. Cogí el metro hacía la estación del autobus y llegue con demasiado tiempo: tocaba esperar una hora. Tras la espera llegó el autobus y en 45 minutos llegué a la aduana. Todo el autobus se bajó y casi corriendo se fueron para la aduana. No había mucha gente y por eso no entendía las prisas de todos. Es cierto que el autobus sólo esperaba 15 minutos al otro lado de le aduana para seguir. Pero el paso por la aduana fue rápido y simple. No me preguntaron nada y me sellaron directamente el visado. En 5 minutos estaba de nuevo en el autobus y me llevó a la estación. Desde ahí era simplemente 10 minutos andando hacía el hostal. El hostal tenía buena pinta: buenas habitaciones, pero el cuarto de baño aceptable. Lo malo, que era muy poco social el hostal. Al entrar en la habitación compartida, saludé a la gente pero todo el mundo estaba a su bola. No había mucho ambiente. Me puse con la tablet un buen rato para mirar cual sería el plan en Malasia. Hay algunas ciudades que quiero visitar, pero todavía tengo dudas si visitar las montañas y una isla con buenas playas. Ya lo iré viendo con el tiempo.
Tras eso me fui a dar una vuelta por la ciudad. Necesitaba sacar dinero y comprar una tarjeta sim local. Entré en un centro comercial y allí pude hacer ambas cosas. Allí cometí mi primer gran fallo del viajo. Para la tarjeta sim necesito mostrar el pasaporte. Se lo di para que hiciera la fotocopia y mientras tanto le pregunté si podía pagar con tarjeta. Me dijo que no, pero que podía sacar dinero en la planta superior. Sin pensarlo me marché a sacar dinero y le dije que ahora volvería. Con dinero encima volví al puesto y ahí me di cuenta del gran error: ¡había dejado mi pasaporte con ellos! No paso nada por supuesto, pero fue un error muy estúpido. Pero bueno, no será ni el primer ni el último error que cometa.
Seguí dando una vuelta pero la ciudad no me gustó. No era lo que esperaba. Volví al hostal y cené en un restaurante enfrente que tenía buena pinta. Comí y me fui para el hostal para preparar mi salida mañana de la ciudad. Una noche aquí era suficiente.