Solo se vive una vez 03/12/2023 Kuala Lumpur (Malasia)
Solo se vive una vez 03/12/2023 Kuala Lumpur (Malasia)

Solo se vive una vez 03/12/2023 Kuala Lumpur (Malasia)

Tras unos buenos días en Melaca, tocaba irme a una nueva ciudad: Kuala Lumpur, la capital de Malasia. Puse la alarma para salir con tiempo, pero estaba tan a gusto en la cama que me quedé más tiempo ahí. Casi perdí el autobús por esto. Cogí un grab a la estación de autobús y llegue con sólo 10 minutos de tiempo antes que saliera el autobús. Ni me dio tiempo de desayunar, ya que tenía que ir a la oficina de tickets para confirmar mi online ticket. Había mucha cola y veía que iba a perder el autobús. Menos mal que empezaron a chillar algo de autobús 11.30 y salí corriendo detrás de la señora. La señora me dejó pasar directamente y me llevó al autobús. Con suerte me pude montar en el autobús y tras unas horas de camino llegué a mi destino.

Por comodidad intenté pedir un grab que me llevará al hostal, ya que sólo me costaba 4 euros. Pero no tuve suerte ya que era hora punta y no habían coches disponibles. Al final tuve que coger el tren y posteriormente el metro, lo cual me fue hasta más barato: sólo 0,70 euro. La estación de metro estaba directamente al lado del hostal. Saliendo del metro ya pude ver la magnitud de esta ciudad. Hice el check-in en el hostal y me marché directamente a la calle. Eran las 15:00 y todavía no había comido nada y necesitaba comer algo rápidamente. En frente del hostal vi un sitio que vendían shawarma y había mucha gente haciendo cola. Pensé que tendría que ser bueno y ahí me puse. Me pedí un shawarma grande de pollo relleno de verduras y patatas fritas. Tras unos minutos me lo tenían preparado. Me acerqué al 7eleven para una bebida fría y al ver que no había sitio cerca para sentarme empecé a comer en la puerta del metro que tenía opción de apoyar la comida y bebida. Del hambre que tenía, el shawarma desapareció en pocos minutos. Satisfecho me puse andar por la ciudad. Roxanne, la chica con la que pasé la noche charlando en Melaca, me dijo de quedar esta noche sobre las 19.30. Por lo tanto, tenía todavía algunas horas para explorar yo sólo la ciudad.

Desde el hostal podía ya ver entre los rascacielos a las famosas torres de Petronas. Por el móvil pude ver que estaban a unos 20 minutos andando y puse rumbo a ellas. Andando por la ciudad pude ver lo grande que era todo. Por todas partes rascacielos, el metro pasando por alta altura y mucha gente. En un cruce esperando a que el paso de peatón se pusiera verde, había gente esperando en cada esquina. Al cruzar, parecía como el famoso cruce en Tokio de la gente que estaban cruzando. Otra cosa que noté diferente a Melaca fue la humedad. En Kuala Lumpur la humedad era 90 grados con unos 30 grados de temperatura. El sudor lo notaba por todas partes. Intenté aliviarlo un poco con un McFlurry.

Tantas veces que había visto fotos de las torres Petronas y ahora las tenía delante de mí. Tras varias fotos seguí al parque cercano para pasear ahí un rato. Tenía ganas de un poco de naturaleza tras ver tanta ciudad. También sabía que desde ahí se podían hacer algunas fotos bonitas de las torres. Andando por el parque, vi que había una piscina al aire libre. Pensé que podía ser un buen momento para meter los pies y a lo mejor hasta un pequeño chapuzón. Pero muy a mi disgusto, era sólo para niños. Tras eso volví al hostal andando para echarme una mini siesta y ducharme.

A las 19:30 quedé con Roxanne en un barrio con puestos callejeros. El plan era buscar una torre alta para tomar algo con vistas sobre la ciudad. Yo ya había buscado algunos sitios que nos podían interesar, pero simplemente empezamos a charlar y andar por las calles. Desde lejos vimos la torre de telecomunicaciones de Kuala Lumpur en la cual se puede montar uno y subir a 285 metros para ver la ciudad por completo en 360 grados. Entre que a ella le gusta las luces de la noche y a mi me encanta un observatorio desde un punto alta, decidimos ir allá. Estaba a 30 minutos andando, pero teníamos todo el tiempo del mundo. La torre estaba también en una pequeña cuesta con que había que subir. Llegamos arriba pegajoso del sudor que teníamos encima. Pero con estas temperaturas y humedad es lo normal.

La torre la tenían iluminada desde abajo y se podía apreciar muy bien la altura que tiene. Los rascacielos rodeando la torre hacía que fuera todo un espectáculo para nuestro ojos. Para nuestra suerte, había muy poca gente visitando la torre. Subimos con el ascensor y arriba pudimos disfrutar de las vistas sobre Kuala Lumpur de noche. Toda la ciudad estaba iluminada y lleno de tráfico, pero no se escuchaba nada. Era raro porque se veía mucho movimiento abajo. Disfruté mucho ahí arriba porque sentí paz por el silencio combinado con las vistas espectaculares. Hicimos muchas fotos de cada ángulo de la ciudad. Lo más bonito fueron por supuesto las torres de Petronas, que estaban iluminadas como si estuvieran alumbradas desde el cielo con una clara luz blanca.

También tenían dos boxes que se salían un poco hacia afuera con un suelo de cristal para poder mirar abajo directamente. Cuando compramos los tickets, nos dijeron que ya no podíamos entrar en los boxes por la hora que era. Pero arriba vimos que todavía había algunas personas entrando. En el ticket ponía en rojo entrada denegada a boxes, pero le enseñé a la persona de los boxes el ticket tapando con mi dedo el texto en rojo. Funcionó y nos dejó pasar. Roxanne tuve miedo de subirse al box de cristal, pero al final la convencí y le hice algunas fotos chulas con su IPhone. Viendo la calidad de fotos que hacía su móvil de noche, me hizo a mi después las fotos con su móvil. Disfrutamos un rato más de las vistas hasta que ya nos echaron siendo los últimos allí. Ya eran las 22:00 y cerraban.

Una vez abajo, miramos donde ir. Andando por la calle vi un hotel con un terraza arriba y intentamos que nos dejarán entrar, pero no pudo ser por fiesta privada. Decidimos ir andando hacía las torres Petronas para hacernos unas fotos chulas tras ver anteriormente como estaba iluminado. Desde la parte frontal de las torres, nos hicimos muchas fotos con el cielo claro y las luces de todos los edificios. Tras eso vimos unos patines eléctricos que podíamos alquilar, pero al final decidimos seguir andando. Cogimos el metro a otro barrio y empezamos a dar otra vuelta. Todo esto mientras que charlábamos, compartíamos experiencias y reíamos. Ambos todavía no teníamos hambre y buscamos un sitio para tomar algo. Sed sí teníamos porque ya eran las 23:30 y no habíamos bebido todavía nada desde que nos reunimos. Ya tocaba de sentarnos tranquilamente y beber algo. Llevé a Roxanne a un bar que había buscado anteriormente con una terraza arriba. Salimos a la terraza y al final entre que las vistas no eran tan espectaculares y el calor que seguía haciendo, nos sentamos dentro con el aire acondicionado. Pedimos cada uno un cóctel y tras un buen rato nos tuvimos que ir porque ya cerraban a las 01:00. Ambos ya nos estábamos riendo porque a este ritmo, todavía sin comer, íbamos a tener de nuevo una noche larga. Fuimos a buscar un sitio para comer. Yo tuve miedo no encontrar un sitio por la hora que era y más siendo un domingo. Pero en una de las calles había un restaurante con una gran terraza en la acera lleno de gente. ¡Con gente local todavía comiendo! Aparentemente no éramos los únicos locos que iban a cenar a las 02:00. Ambos nos pedimos una sopa con noodles y carne. Nunca he sido mucho de sopa, pero tenía ganas de probarlo por primera vez en Asia. Y estaba muy bueno. El caldo riquísimo. Te dan una cuchara grande para beber el caldo, pero no sirve para comer la carne o los noodles. Para eso están los palillos. Con alguna pelea con los palillos me comí gran parte del bowl, ya que era mucho.

Con las barrigas llenas, nos fuimos a tomar algo a una calle llenos de bares que todavía estaban abiertos. Nos sentamos en uno y nos llevamos ahí un buen rato charlando hasta que también cerraron el local. Fuimos a otro bar más arriba que cerraba a las 05:00 y ahí nos tomamos la última hasta que también cerró. No nos quedaban más bares abiertos pero ambos seguíamos con ganas de marcha. Viendo que el amanecer sería a las 07:00, decidimos ir al parque al lado de las torres Petronas para ver el amanecer allí. Entramos al parque y no había un alma por ahí. Nos sentamos en un banquito, pero los arboles tapaban las vistas a las torres. Nos movimos y el mejor sitio era delante de la fuente con las torres detrás. No había banquito, pero el suelo nos fue suficiente. Nos tendimos en el suelo mirando hacía las torres.

Ahí nos llevamos tendidos en el suelo durante dos horas hasta ver el amanecer. Siempre hablando, sin silencios incomodos. Hablando de nuestros viajes por el mundo. Me sentí muy cómodo hablando con ella y cada uno compartimos vivencias de nuestras vidas personales. De nuestra infancia, nuestros momentos más felices y más tristes, la familia y compartí hasta con ella momentos duros como por ejemplo la muerte de mi padre. Es un tema que normalmente nunca comparto, pero con Roxanne fue todo fácil y cómodo.

Poco a poco empezaban a encenderse las luces de las oficinas de las torres Petronas. Las primeras personas haciendo deporte nos pasaron corriendo mientras que nosotros ahí seguíamos en el suelo tendido, pero nos daba igual. Los pájaros empezaban con los primeros rayos de sol a sonar. El amanecer del sol no se podía apreciar, ya que estaba nublado, pero también daba igual. Sabía que ese momento de estar ahí tendido al lado de Roxanne en la noche viendo las torres Petronas, no se me iba a olvidar en la vida. Y ahí también me di cuenta de nuevo de algo que ya me había dado cuenta anteriormente. Puedes visitar todos los sitios espectaculares del mundo, ver todos los monumentos, pero al final lo que más recuerdos deja son los momentos que compartes con otras personas independientemente del lugar. Singapur ha sido por ejemplo una ciudad preciosa que hasta me gustaría vivir en ella, pero tampoco tengo recuerdos únicos de ella por haberlo visto sin compañía por estar enfermo. Por supuesto, es un viaje que hago sólo por el mundo y disfruto también simplemente de estar sólo y haciendo lo que yo quiera y como quiera. Pero lo que le da ese toque extra, son las personas. Una buena lección para tenerlo en mente siempre.

Una vez que ya era de día y ya había más gente, nos levantamos del suelo. Seguíamos con ganas de continuar nuestra aventura. Ya teníamos hasta un dicho entre nosotros: “solo se vive una vez”, la cual aplicabamos en cada momento de duda. Fuimos a buscar un sitio para desayunar y teníamos ganas de comer de nuevo tostada con crema de cacahuete y kaya. Tras el desayuno, empezamos a planear el próximo día. Ya eran las 09:00 de la mañana. Roxanne ya tenía un plan la noche del lunes con la dueña de su estancia y me estaba diciendo de seguir ya para ver una parte de la ciudad que todavía nos quedaba por ver. Yo ya lo vi una locura. Estaba muy cansado y ambos teníamos ya caras de cansancio y medio zombis. Le dije de ir a dormir y que quedaríamos temprano en la tarde. ¡Aceptó y eso significaba sólo unas horas de dormir! Llegué a las 10:00 al hostal y la habitación todavía estaba a oscuras con gente durmiendo. Fui a ponerme el pijama y lavarme los dientes y cuando volví a la habitación, ya había gente levantándose y abriendo las cortinas para que entrará la luz del día. Viendo que yo me metía en la cama, la chavala se disculpó por abrir las cortinas. Le dije que no se preocupara, que fuera como fuera iba a dormir sin problemas. Cerré rápidamente los ojos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *