El plan era levantarme a las 07:00 de la mañana para ver algo de Ipoh, porque ayer no pude ver nada. Pero sonó la alarma y escuché que el tiempo todavía estaba mal y me quedé en la cama. Ya había escuchado también que Ipoh no tenía mucho que ofrecer y me pareció bien no verlo. Me levanté más tarde y cogí un grab para la estación de autobús. Esta vez si llegué a tiempo y con tranquilidad cogí el autobús. No me podía permitir perder este autobús, ya que salían pocos autobuses a la isla de George Town en Penang.
Tras unas horas llegué a Penang. Mientras que estaba pidiendo un grab, me hablo un francés para compartir el grab hacia el centro. Los dos pusimos rumbo al centro. Una vez que llegué al hostal me llevé un rato hablando con un grupito de la habitación. Tras eso me pegué una mini siesta y al atardecer, ya que hacía menos calor, salí afuera a descubrir la ciudad.
La ciudad es conocida por su arte callejero. En muros por el centro de George Town se encuentran pinturas. Esas pinturas están combinados con los objetos reales. El más conocido, los niños en el columpio. Los niños están pintado en el muro y delante están dos columpios reales metidos en la pared. Como estos hay muchos en la ciudad. Otro que es bonito son los niños en la bicicleta. Tras ver varios, me fui al paseo marítimo. Desde que empecé mi ruta por el mundo, todavía no había estado tan cerca del mar. Se agradecía estar cerca del mar y sabía que en algunos días me iba a dar por fin un baño en el mar. Tras el paseo me fui a un food court donde me pedí una cena en una de los kioscos: pollo agridulce con verduras y arroz. Muy buena cena y barata. Tras la cena fui en busca de un helado, que hacía ya mucho tiempo que no me lo había comido. Las mejores heladerías ya habían cerrado (no sé porque cierran todos los negocios aquí tan temprano), pero encontré un sitio. Vi algo típico de aquí y decidí probarlo. Es una bola grande de hielo con un licor del sabor que uno quiera por encima. En el medio de la bola de hielo, hay una bola de helado de chocolate metido. Muy bonito todo de apariencia, pero para comer regular. Con la cuchara intentado de coger poco a poco algo de hielo con el sabor. Al final tuve que estar ahí comiendo hielo un buen rato, goteándome hasta el codo. Por fin llegué a la bola de chocolate del interior. Me sentí como un perro con su juguete donde se le ha metido una galleta para que el perro esté entretenido un rato. Tras comerme la bola de chocolate como pudiera, tiré el resto de la bola de hielo a la basura. ¡Que pelea con el helado! Me fui para el hostal para preparar el siguiente día. También tuve una video llamada con la familia ya que era el cumpleaños de mi sobrina. Este sería el primer cumpleaños que me perdería durante esta año fuera y me dio pena no estar allí.