El día 31 a las 15:00 de la tarde tuvimos que entregar toda la electrónica. No más móvil, tablet ni libros o papel para escribir. Piden que el retiro sea solo tú y tu mente sin ninguna distracción. Cuando fui a entregar mi electrónica, ahí es cuando me di cuenta de que esto podía ser bastante duro. Quiera o no, desafortunadamente (o por lo menos para mi) el móvil, las redes sociales y otras distracciones electrónicas forman parte de mi día a día. Muchas veces es mejor ni mirar cuando el móvil te dice cuantas horas a la semana he estado usando el móvil.
Tras eso nos enseñaron todos los sitios del monasterio. Es un terreno bastante grande con mucho verde y la verdad que es precioso de estar ahí simplemente. Hay sonido constantemente de pájaros y insectos y es literalmente estar en la naturaleza. Nos llevaron también a nuestro edificio con los dormitorios. Los hombres y mujeres por supuesto separados y posteriormente me di cuenta del número de “celda” (es que parece una celda) que había cogido inconscientemente: 211. Igual que la película española “Celda 211”, una película que me gustó en su día.

A las 19:00 nos dieron una charla explicando varias cosas en la sala principal. Desde ese momento empezó el silencio completo de todos los participantes. Todo risas y miradas en eso momento al no saber que nos estaba esperando los próximos días. Una hora más tarde terminamos y ya dieron la noche libre. No quedaba otra que ir a la habitación y intentar ir a dormir, por que mañana a las 04:00 de la mañana sonaba la campana para despertarnos.
Día 1
Las 04:00 de la mañana y la campana estaba sonando. Nos recomendaron levantarnos directamente y eso hice. Apenas había dormido algo en la noche y estaba cansado, pero el nerviosismo de la novedad me podía más que el cansancio. Era raro de haberme acostado en Nochevieja sin haberlo celebrado. Pero más raro fue que a las 06:00 sería año nuevo en España y yo mientras tanto estaba en eso momento liado con yoga.
Primero que nada, una pequeña explicación de mi “celda”, al cual tras 10 días le he cogido hasta cariño. Los dormitorios son un edificio grande con un gran jardín en medio rodeado de todas las habitaciones individuales. Cada habitación con su puerta con candado y una ventana al jardín. Por dentro, no hay mucho: una cuerda con perchas para poner algo de ropa y una elevación de cemento que funciona como cama. Y es eso. Una cama de cemento con una esterilla de paja, una manta, un cojín de madera (sí, lo he escrito bien. Es de madera), una mosquitera y un candelero. Creo que la habitación será unos 8 metros cuadrados, no más. Por arriba está más o menos abierto hacia la parte del jardín, la parte trasera del edificio y los laterales a mis vecinos de cada lado. Eso significa que insectos y pequeños animales pueden entrar por ahí en la habitación. En la charla de introducción ya nos explicaron lo que nos podíamos encontrar: lagartijas, ciempiés, escorpiones y serpientes. Todos no venenosos, pero posiblemente doloroso al ser mordido.

Esa primera noche pues apenas dormí por la incomodidad de la “cama”. Cualquier postura era dolorosa y mi postura favorita para dormir, bocabajo, era imposible. El día pasó rápido por ser todo nuevo y estaba con un nerviosismo bueno por vivir esta experiencia tan peculiar. Lo que más temía durante el día era ver que la noche se estaba acercando y tener que volver a dormir en esa “cama”. Sabía que si no conseguía descansar bien iba ser complicado aguantar 10 días. Las 21:00 de la noche llegó y de vuelta a la habitación…
Día 2
Me levanté más descansado. Había podido dormir mucho mejor, aunque despertándome cada vez que tenía que cambiar de posición. No aguantaba mucho tiempo en una postura, ya que el cemento no perdonaba. Por desgracia, ambos lados de la cadera las tenía doloridas también (no he visto moratones, pero era ese sentimiento) por la “cama” y eso hacía que complicará mucho el dormir. No quedaba otra que aguantar el dolor y la incomodidad ya que venía a ponerme a prueba físicamente y mentalmente.
La rutina en el monasterio es algo muy importante. Toda va a una cierta hora sin ninguna flexibilidad. La primera campana despierta a todos a las 04:00. Media hora más tarde nos esperan en la sala principal de meditación. El primer día ya me llamaron la atención porque iba tarde. El problema fue que me bañé para despertarme y al no saber la hora exacta, iba tarde. Por eso sabía que solo podía lavarme los dientes y la cara a esa hora para ir a tiempo. De 04:30 a 05:15 tenemos una pequeña charla que nos dan y meditación en grupo. Cada uno sentado en su sitio meditando a oscuras con dos velas para tener algo de luz. Después nos toca yoga. A las 07:00 volvemos a la sala para meditar durante una hora. Ya toca desayuno a las 08:00 y a mi también me tocaba mi tarea de limpieza después del desayuno. Todo el mundo tenía que ayudar en mantener el monasterio en funcionamiento ya que es sostenido por voluntarios. Mi tarea que elegí fue barrer el comedor después del desayuno. Hasta las 10:00 teníamos tiempo libre para descansar o bañarnos en las baños termales naturales, el cual ayudaba bastante para los dolores que teníamos.
Desde las 10:00 hasta las 14:30 teníamos una hora más de charla y 45 minutos de meditación sentado y 45 minutos de meditación andando. Después de eso el almuerzo, para el cual teníamos de nuevo dos horas de descanso. A las 14:30 hasta las 17:00 empezaba de nuevo una combinación de meditación sentado, meditación andando y de nuevo meditación sentado. De 17:00 a 18:00 algo de ritmo, ahí podíamos cantar con los cantos budistas. Ahí si podíamos hablar (mejor dicho cantar), pero solo por supuesto para el canto. Nada de hablar con las otras personas. El único otro momento en el que podíamos hablar en el día era antes del desayuno y el almuerzo, ya que todos decíamos en grupo un texto en voz alta en agradecimiento por la comida para mantener nuestro cuerpo.
De 18:00 a 19:30 teníamos tiempo para un té y el descanso con de nuevo la opción de usar los baños termales naturales. De 19:30 a 21:00 teníamos media hora de meditación sentado, media hora de meditación andando en grupo y de nuevo meditación sentado. Ojo que todo esto siendo ya de noche a oscuras con poca luz. A las 21:00 ya nos tocaba ir a la habitación. No podíamos demorarnos ya que a las 21:15 cerraban la cancela de los dormitorios y a las 21:30 apagaban todas las luces.
Esto fue el día a día. Todo puntual, en orden y en silencio. Ya que apenas habían relojes en el monasterio (solo en el comedor y en la entrada de los dormitorios), nuestra guía para saber cuando movernos para la sala de meditación era en cada momento las campanas.
Día 2 fue mas difícil. Ya la novedad se había ido y las horas pasaban muy lento. Parecía que todo tardaba una eternidad. Ahí me di cuenta que no tenía ningún entretenimiento menos mi mente. Durante la meditación la mente se me iba para todos lados. El pasado y el futuro no paraban de pasar por mi cabeza. Todo menos disfrutar el momento actual y vigilar la respiración.
Día 3
En la charla de la mañana nos dijeron que hoy era normalmente el día de todo o nada. Este solía ser el día más complicado y el día donde más gente abandonan el retiro. Ya vi que algunos compañeros habían abandonado, incluido el chaval con el que volví al hotel el primer día. Yo estaba con buen animo y seguro de seguir con el retiro. Pero también notaba que me estaba cansando mentalmente un poco la monotonía: los días todos iguales, las comidas igual y sin ningún entretenimiento menos la propia mente.
En los dormitorios habían varias estanques de agua para nuestro uso. Habían tres estanques delante de las habitaciones de cada lado y al final donde estaban los baños habían dos estanques más. El primer día con el chaval del hotel vi que se metió en un estanque para bañarse, pero ahí ya yo pensé que eso no debería de ser así. O si no después de unos días esa agua estaría sucia. En la explicación por la noche fue efectivamente así. Había que coger un pequeño cubo para coger agua y con eso nos lavábamos (no se permitía desnudo total, con que con bañador). Lógicamente decidí no usar más el estanque donde se había metido el chaval.
Los baños fueron también peculiar. Nos recomendaron usar el método del baño tailandés, lo cual significa coger un cubo de agua y echarte el agua por el culo para limpiártelo. Con la mano izquierda (sin papel ni nada) había que limpiarse y después enjuagarse la mano con agua y posteriormente limpiársela las manos con jabón. ¡No pude hacerlo! Al final usé el cubo de agua y papel higiénico.