Por la mañana había quedado con Anna para visitar la plaza famosa de Tiananmén. Había un pequeño problema: yo no tenía hecha una reserva para poder entrar, lo cual Anna sí tenía. Viendo que ayer se podía comprar entradas para la Ciudad Prohibida, decidí de intentar para ver si podía entrar. Cogí el metro y ahí conocí a Marcell. Yo pensé que con mis 7 meses de viaje ya iba sobrado, pero él llevaba ya 6 años viajando por el mundo. Llegué a la plaza y ahí ya vi la cantidad de seguridad que había. En el primer control me preguntaron si tenía reserva y al no tener, me rechazaron directamente. No me quedaba otra que dar la vuelta y buscarme otro plan. Me fui a desayunar y tras organizarme, cogí el metro para visitar el terreno de los Juegos Olímpicos de 2008. Vi que tenían varios edificios que quería ver, pero paseando vi que había un museo del partido comunista de China. Me sorprendió, ya que en Google Maps no me aparecía. Tiene su lógica creo, pero decidí de intentar de entrar. Digo intentar, ya que para esto también se necesita una reserva. Me estaba dando cuenta que para visitar cualquier cosa en China se necesitaba una reserva. Creo que es para tener todo mejor controlado. Al final la chica en la entrada fue muy agradable y me hizo una reserva directamente en mi móvil. Al no tener número chino, puso ella su número chino de contacto y con eso pude obtener la reserva.

Entré en el museo y allí me lleve más tiempo de lo que me esperaba. Al final estuve allí unas dos horas viendo de todo. El museo es grandísimo y tiene varias plantas. Aunque muchas explicaciones estuvieran solo en chino, me encanto como estaban presentando todo desde el nacimiento del comunismo en 1921 hasta obtener el poder en 1949 y posteriormente la vida y el crecimiento de la nación a través de la República Popular China. Creo que ha sido uno de los museos más interesantes que he visitado en mi vida. Visualmente llamaba todo mucho la atención por los detalles, las figuras, los videos, las imágenes y las frases imponentes.

Llegó hasta un punto donde empecé a creerme muchas cosas de lo que estaba leyendo, pero sabía también de sobra que toda la información era a favor del partido comunista. Veía muchas frases como que el partido comunista resistió la presión de las fuerzas extranjeras y conquistó los corazones de los obreros y campesinos de la República Popular China. Todo era a favor de la República y Mao Zedong era el héroe que llevó el país a nuevas alturas. Claro ejemplo de que no se mostraba toda la información era que no se veía nada de la masacre de Tiananmén en 1989. En China es simplemente conocido como el incidente del 4 de junio e internacionalmente cogió mucha fama por las famosas imágenes de “el hombre del tanque”: un estudiante que se puso delante de una columna de tanques en protesta contra la violencia.

Andando por el museo, veía muchas familias con sus niños. Los padres iban explicando a los niños las cosas que estaban viendo y me imaginaba que contaban las historias del país. Estaba pensando hasta que punto sabían toda la historia. En China es complicado obtener información del extranjero. Todo está bloqueado (Google, Gmail, Instagram, Facebook, etc.) si no tienes una VPN. Me hizo pensar en las diferentes ideologías que tenemos y como la historia y guerras de cada país pueden llevar un país a cualquier dirección.
Salí del museo y me fui andando para ver el estadio olímpico. Tenía pensado de visitar también la torre olímpica, pero la entrada me pareció muy caro para lo que era. Di una vuelta por las afueras del estadio y posteriormente fui a visitar el centro acuático. Ya harto del calor que estaba haciendo, me salí del recinto olímpico. Quería visitar un templo, pero tras andar un rato me di cuenta que no era allí.

Cogí el metro para volver al hostal y allí me metí un rato en la cama para dormir la siesta. Mis siestas nunca son cortas (por eso no me gusta dormir siesta) y por la noche estaba todavía medio dormido. Al final me fui al supermercado por algo de comida para comérmelo en el hostal. No tenía muchas más ganas de salir afuera. Me quedé lavando algo de ropa a mano y después me puse a escribir con una cervecita. Me encontré de nuevo con Eric y Marcell y estuve un rato charlando con ellos.

El siguiente día, 17 de junio, me levanté temprano para ir por fin a la plaza de Tiananmén. Ayer intenté que me ayudaran en recepción, pero sin número de teléfono chino no podían ayudarme. Le pregunté si podía usar su número de teléfono, pero se negaron. Al final tuve que hacer una reserva internacional online pagando dinero, cuando normalmente es gratis. Cogí el metro y llegué a la plaza. Tuve que enseñar el pasaporte y la reserva online. Después de eso pasaron mi mochila por el control y tuve que beber hasta un poco de agua para demostrarles que realmente era agua y no un explosivo o algo. Tras pasar por todo eso, ya estaba en la plaza. Lo primero que pude ver es la entrada monumental con una imagen grande de Mao Zedong. Me hice varias fotos allí. Lo que más me sorprendió era la cantidad de cámaras que habían por todos lados. Cada 20 metros habían varias cámaras mirando a diferentes ángulos. También habían guardias vigilando todo. Tras ver la entrada monumental, crucé por debajo de la carretera a la gran plaza. Allí en medio de la plaza hay un obelisco grande rindiendo homenaje a la gente que lucharon por la revolución. Me impresionó lo grande que era la plaza, pero también hay que decir que está en el top 10 de las plazas más grandes del mundo. Tiene que ser impresionante ver aquí los desfiles militares.



Di una vuelta por la plaza y intenté entrar en el mausoleo de Mao Zedong, pero hoy lunes estaba cerrado. Para otro museo necesitaba una reserva previa. Todo muy complicado por aquí o yo que no estoy del todo bien preparado. Tras dar una vuelta por ahí, cogí el metro para visitar el parque Jingshan. Ayer lo pude ver desde lejos al salir de la Ciudad Prohibida. Vi que tenía un templo encima de una montaña con unas preciosas vistas sobre la Ciudad Prohibida. Decidí ir por eso allí. Subí andando hacia arriba y desde allí pude apreciar las vistas. Me quedé un buen rato ahí de pie, simplemente viendo lo que tenía delante de mi. Le pregunté a varias personas que me hicieran algunas fotos también.



Tras el parque me fui a visitar dos torres del siglo 15. Una era la torre del tambor. Como dice su nombre, tenía unos tambores para anunciar el tiempo. Pude comprar las entradas en el sitio para ambas torres. Subí primero a ver la de los tambores. Tras una subida empinada por unas escaleras, llegué arriba. Ahí pude ver muchos tambores y también una preciosas vistas sobre la ciudad. Tras eso subí la otra torre, un campanario con una campana gigante. Desde abajo me hice también varias fotos de ambas torres. Sorprendentemente, se me acercaron en ese momento en una franja de media hora varias personas para hacerse fotos conmigo. No entendía muy bien el porque y por un momento pensaba hasta que podía tener algo en la cara o algo.

Tras visitar las dos torres, me volví con el metro a la estación de mi hostal. Allí cerca había un templo del Lama, pero al llegar vi que estaba cerrado. Cansado de todo el día, la verdad que tampoco me dio mucha pena. Volví al hostal para descansar un poco. En mi habitación conocí un chaval de 19 años de otra región de China. El chaval se llama Wang Yubo y hablaba un poco de inglés. Con ayuda del traductor estuvimos ahí un buen rato hablando. Le pregunté sobre su vida y su ciudad. Wang Yubo me regaló hasta un sello postal con un sobre de su ciudad.
Por la noche salí a comer algo por el centro. Encontré algo y con ayuda del traductor me pedí unos fideos. Di una vuelta más andando de noche por la ciudad. Era momento de despedirme de China, ya que mañana cogería el avión para irme a un país nuevo. Al final me hubiera gustado explorar un poco más China, ya que tenía un visado de 15 días gratuito y también pienso que el país tiene mucho que ofrecer. Lo organicé todo rápido y sobre la marcha y tampoco me puedo quejar: pude ver la Gran Muralla de China.