Tras una semana en Osaka, tocaba hoy despedirme de la ciudad. Iba a pasar el día en Nara y después por la tarde/noche iría a Kioto para quedarme allí a dormir. Con todo mi equipaje cogí el tren a Nara. Dejé mis cosas en una taquilla en la estación y me fui andando al parque natural de Nara. Ahí hay unos 1200 ciervos y son considerados tesoro natural de la ciudad. En el sintoísmo, los ciervos son los mensajeros de los dioses.

Andando un poco fuera de la estación, ya pude ver los primeros ciervos andando libremente por las aceras y carreteras. Entré en el parque y me sorprendió la cantidad de ciervos que habían por todos lados. Para nada eran tímidos y se acercaban a las personas en busca de comida. Tuve que enseñar varias veces mis manos para demostrarles que no tenía comida. Había opción de comprar comida para los ciervos y vi como iban todos a por la comida cuando un turista empezaba a repartirlo. Vi un cervatillo y decidí de comprar algo de comida para dárselo. El cervatillo no quería la comida y rápidamente se acercaron varios ciervos a mi. Al principio lo tenía controlado, pero ya empezaron a montarme y dar bocados a mi camiseta que tuve que soltar la comida.


Dentro del parque fui a visitar el templo Todai-ji, uno de los edificios de madera más grande del mundo. La puerta de entrada ya era espectacular por lo grande que es, pero al ver el templo quedé asombrado. Hice varias fotos y entré adentro para ver una de las estatuas de buda más grande de Japón. Dentro del templo hay también una costumbre que da buena suerte: hay que pasar por un agujero dentro de una columna para tener buena suerte. No me metí, ya que lo vi demasiado pequeño. Salí del templo y empezó a llover mucho. Solo tenía el chubasquero y me quedé un rato allí esperando que dejará de llover tan fuerte. Mientras tanto disfruté de las vistas.




Tras una hora dejó de llover y me fui a visitar el santuario Kasuga-taisha. Era precioso ya que habían miles de linternas de piedras por el camino. Cansado ya de todo el día, me volví a la estación para recoger mi equipaje y cogí el tren a Kioto. Tuve que preguntar a varias personas ayuda, ya que era un poco confuso por la cantidad de trenes que pasaban en intervalos de minutos. Al final llegué bien a Kioto y me fui andando al hostal. Por la noche salí a cenar a un restaurante cercano y me comí de nuevo un Okonomiyaki buenísimo.
