Por la mañana me levanté tranquilamente y tras desayunar, me fui al aeropuerto de Varanasi. Pensé en coger de nuevo un tren nocturno, pero tenía ganas de algo más de comodidad. Por la noche llegué a la capital de India, Nueva Delhi.
Los siguientes dos días estuve explorando la ciudad. Mi primera visita fue el Fuerte Rojo, construido entre 1638 y 1648 por el emperador mogol Shah Jahan, el mismo visionario detrás del Taj Mahal. Shah Jahan decidió trasladar la capital del imperio de Agra a Delhi y construir una nueva ciudad llamada Shahjahanabad. En el centro de esta ciudad erigió el Fuerte Rojo como su residencia y sede de poder.

La construcción del fuerte marcó un cambio significativo en la arquitectura mogol, combinando elementos islámicos, persas, timúridas e hindúes. El diseño fue obra del arquitecto Ustad Ahmad Lahauri, quien también supervisó la creación del Taj Mahal. Originalmente, el fuerte estaba decorado con intrincados mosaicos, jardines geométricos y lujosos interiores cubiertos de gemas y oro.
El Fuerte Rojo está rodeado por imponentes muros que alcanzan alturas de hasta 33 metros. La entrada principal, conocida como la Puerta de Lahore, es una de las características más icónicas del fuerte y sirve como punto de acceso al complejo.

Con la caída del Imperio Mogol, el Fuerte Rojo perdió su esplendor original. En 1857, después del fracaso de la Primera Guerra de Independencia de la India, los británicos depusieron al último emperador mogol, Bahadur Shah Zafar, y utilizaron el fuerte como base militar. Durante este período, muchas estructuras interiores fueron destruidas y los jardines sufrieron un deterioro significativo.
Tras la independencia de la India en 1947, el Fuerte Rojo adquirió un nuevo significado simbólico. El primer primer ministro de la India, Jawaharlal Nehru, izó la bandera nacional desde la Puerta de Lahore el 15 de agosto de 1947, una tradición que se mantiene cada Día de la Independencia.
Después del Fuerte Rojo, fui a visitar una de las mezquitas más grandes de la India: La Jama Masjid, oficialmente conocida como «Masjid-i Jahan-Numa» («Mezquita que refleja el mundo»). Fue encargada por el emperador mogol Shah Jahan, el mismo visionario detrás del Taj Mahal y el Fuerte Rojo. La construcción comenzó en 1644 y se completó en 1656. Se necesitaron más de 5,000 trabajadores y 12 años para finalizar esta impresionante obra maestra.

La mezquita fue diseñada para ser el epicentro de la vida religiosa en Shahjahanabad, la ciudad amurallada de Delhi fundada por Shah Jahan. Con una capacidad para albergar a más de 25,000 fieles en su patio principal, la Jama Masjid se convirtió rápidamente en un símbolo de unidad espiritual y grandeza arquitectónica.
La Jama Masjid es un ejemplo sobresaliente de la arquitectura mogol, con una mezcla armoniosa de elementos islámicos e hindúes. Construida con arenisca roja y mármol blanco, la mezquita presenta tres cúpulas bulbosas revestidas de mármol y dos imponentes minaretes de 40 metros de altura con bandas alternas de mármol blanco y negro.
Pude subir por una de los minaretes y desde ahí tuve unas preciosas vistas sobre la antigua ciudad. Ahí me quedé un buen tiempo sentado y simplemente escuchando el jaleo de la gente y el tráfico. De vez en cuando subían algunas personas y estuve hablando también un buen rato con una chavala que acababa de llegar a la India. Le di algunas recomendaciones y siguió su camino. Empezó a llover fuerte y me tuve que quedar un rato más ahí, pero me gustó. Muchos niños, en vez de meterse adentro, salieron a jugar en la plaza principal cuando estaba lloviendo fuerte. La niñez de simplemente disfrutar todos los momentos.

Tras eso, estuve andando por las calles de Nueva Delhi. Me encanta perderme por ahí y ver cómo vive la gente. Es una ciudad muy héctica, en el cual nunca hay un momento de silencio.