Puse el reloj a las 08:00, pero me quedé un rato más en la cama. Tenía pensado en ir a desayunar a la panadería de ayer, pero al final me cogió el toro. Con prisa salí del hostal con mis cosas y me fui andando hacia la estación del metro. Cogí el metro y me fui a la estación de autobuses para ir a mi próximo destino: Puebla. Al final llegué 5 minutos antes al autobús. Fue un poco justo y la próxima vez saldré con más tiempo. Me confié demasiado al dominar el idioma y saber el camino.
En el autobús me puse a pensar sobre mi viaje. Tenía mis dudas si este viaje era lo correcto. Si era realmente lo que mi corazón me pedía o era una manera de escapar la “vida real”. Esa pregunta me la he hecho numerosas veces antes de decidir de hacer este viaje.
Tras dos horas de camino, llegué a la estación de autobuses en Puebla. Cogí desde ahí el bus local hacia el centro y me fui al hostal. Era solo la una de la tarde y no pude hacer el check-in todavía. Al ver el ambiente de la ciudad y la buena pinta del hostal, decidí contratar directamente una noche más en el hostal. Así tenía tres noches en Puebla para poder ver tranquilamente todo lo que ofrecía. Para hacer tiempo, me fui a almorzar. Al no haber desayunado, tenía bastante hambre y encontré un restaurante en la plaza principal. Me pedí una taco árabe con queso y una quesitorta al pastor con un agua fresca de horchata. ¡Riquísimo todo! Con el estomago lleno, di una pequeña vuelta por el centro hasta volver al hostal para hacer el check-in. Dejé mis cosas en la habitación y cogí la tablet para ponerme a escribir sobre los últimos días.

Por la tarde había quedado con varias personas del hostal para visitar un espectáculo de lucha libre. Había conocido a Morris, Arne y Rosalie de Holanda y con ellos me fui al estadio Arena Puebla. Compré una entrada por 150 pesos en la parte alta del estadio, pero había escuchado que el estadio no era tan grande y se veía perfectamente de cualquier parte. Nos pedimos una cerveza cada uno y durante dos horas y media estuvimos viendo el espectáculo. No sabía muy bien que esperar, pero al final me gustó mucho. El público era bastante fanático y no paraba de escuchar “pinche tu madre, guey” por todos lados. Parecía que habían dos bandos como en un partido de fútbol.

La primera ronda fue de 3 contra 3 y la pelea era siempre 1 contra 1, pero para el show algunas veces se metían todos en el ring. La segunda ronda fue sorprendentemente entre personas de talla baja. Montaron un buen show, pero desgraciadamente uno se lesionó al intentar saltar fuera del ring. Se quedó tendido en el suelo, pero el show seguía. Los médicos se acercaron y tuvieron que traer una camilla y ponerle un collarín por el cuello. Con un aplauso fuerte se lo llevaron para dentro.


Durante 2 horas y media tuvimos un espectáculo. Aunque sea todo show, es de apreciar lo que consiguen hacer: unas acrobacias increíbles, saltos y la forma como animan al público. La verdad que no me esperaba que fuera tan entretenido. Una vez terminado, salimos del estadio y yo pensaba que iríamos a salir a cenar. Todos se recogieron y yo me quedé con algo de hambre todavía. Me fui solo a buscar un sitio para comer pero tras andar unos minutos por el centro, vi que todo estaba ya cerrado. No entiendo muy bien todavía porque cierra todo en México tan temprano. No me quedaba otra que volver al hostal y meterme en la cama.
