Eran las 03:30 de la mañana y encendieron las luces del autobús. Empezaron a chillar “¡Tam Coc, Tam Coc!” y medio dormido todavía, me levanté ya que esta era mi parada. Cogí mi equipaje y salí andando hacia el hotel. Mi hotel estaba a 15 minutos y no había nadie ya por la calle. Estaba pendiente de posibles perros callejeros, pero al final llegué tranquilamente al hotel. La luz de la recepción estaba encendida y me habían dejado la llave de la habitación ahí. Subí arriba y entré en mi habitación: privada con una cama gigante, cuarto de baño, balcón y desayuno incluido. Todo eso por algo menos de 10 euros la noche. Necesitaba descansar y tras una ducha, me acosté.

Al principio tenía contratado 3 noches ahí, pero estaba tan a gusto que al final me quedé ahí 8 noches. Hasta ahora en este viaje no me he quedado tanto tiempo en un sitio, pero mi cuerpo me pedía no hacer nada. No tener que llevar la mochila, coger autobús, nada de eso. Simplemente estuve sin hacer nada durante varios días. Estuve leyendo, viendo series y películas y durmiendo mucho. Ni me puse a escribir para el blog, ya que quería desconectar totalmente. Salía a la calle para ir a comer y dar una vuelta andando, pero poco más.

Así me llevé varios días, hasta que ya el día 21 de mayo salí con planes. Quería alquilar una scooter en el hotel, pero no les quedaba. Salí a buscar otro sitio y encontré un sitio para alquilarla. Quedaban unas horas hasta el atardecer y con la scooter me fui a explorar las afueras de Tam Coc. Salí del pueblo y ahí pude ver por primera vez el precioso paisaje. Mickey me había dicho ya que era un paraíso. Pequeñas montañas, llenas de arboles, de diferentes formas y por todos lados hacía que fuera un sitio idílico. Con la boca abierta seguí mi camino hacia Hang Mua.

Llegando a Hang Mua, me pararon varias mujeres en la carretera diciéndome que tenía que aparcar la scooter ya. Vi que la entrada estaba lejos todavía y no tenía ganas de andar tanto. Las mujeres se pusieron delante de la scooter pero les dije que no y seguí mi camino. Aparqué al lado de la entrada sin ningún problema. Compré la entrada y me fui andando por el recinto. Primero estuve por la parte de abajo, lleno de pequeños lagos y sitios bonitos para hacer fotos con las montañas al fondo. Viendo que estaba casi atardeciendo, di una vuelta rápida por ahí. Tras eso me fui a subir escaleras para llegar al mirador encima de una montaña. Una vez arriba, pude disfrutar de unas vistas preciosas. Había una parte más arriba donde había una estatua de un dragón, pero había que subir por algunas rocas. Había alguna gente esperando para subir y detrás de mí escuche alguien hablando español. Empecé a hablar con ella un poco y me preguntó de donde era. Le dije que de Sevilla y sorpresa, sorpresa, ella también. Los dos nos quedamos al principio del dragón sentado en las rocas charlando, ya que el camino adelante era complicado. Al rato pasó otra chavala por nuestro lado y nos escuchó hablando en español. Sorprendentemente, ella también era de Sevilla. ¡Encima de una montaña en el norte de Vietnam me había encontrado con dos Sevillanas! Me llevé allí un rato charlando con Isa y Celia y tras eso nos fuimos abajo ya que estaba oscureciendo. Isa se quedaba en Ninh Binh, pero Celia y yo estábamos en Tam Coc. Me fui con Celia de vuelta y quedamos los tres para cenar más tarde.

Quedé para tomar algo con Celia en un bar en Tam Coc y al rato nos dijo Isa que se iba a quedar en el hostal ya que estaba cansada. Celia y yo nos quedamos por eso en Tam Coc y nos fuimos a cenar en un restaurante. Pedimos de comer y nos dieron comida para 4 personas. Fue muchísima comida y tuvimos que dejar hasta comida. Tras cenar nos fuimos a un bar con vistas sobre la ciudad. Allí nos llevamos charlando y tomando unas cervezas hasta tarde.
El siguiente día, 22 de mayo, quedé por la mañana de nuevo con Celia para visitar Trang An. Isa ya lo había visitado y por eso no fue con nosotros. Quedé con Celia en la entrada y compramos las entradas. Eran entradas para ir en barco por Trang An, un espectacular sitio que está hasta en la lista de UNESCO. Con otra pareja de Alemania, nos montamos en un barquito. Una mujer nos llevó durante 3 horas remando por el recinto. El barquito no tenía techo, pero sí nos dieron unos paraguas para protegernos un poco del sol. Tuvimos varias paradas para visitar algunos templos que habían entre las montañas. Me gustó mucho Trang An, ya que habían unas vistas preciosas. Me recordaba mucho al parque nacional de Khao Sok en Tailandia.



Tras las 3 horas de camino, terminamos agotados de tanto sol. Nos montamos en las scooters y nos fuimos a Ninh Binh para ver a Isa en un restaurante. Allí estuvimos almorzando y al final nos quedamos allí toda la tarde charlando los tres. Yo en verdad quería explorar con la scooter, pero estaba tan a gusto con ellas que me quedé. Una anécdota graciosa: Isa tuvo un novio holandés y sorprendentemente, le gustaban demasiado los porros. Sobre las 18:00 me despedí de ellas, ya que iban a coger el autobús para seguir sus caminos. Yo me volví a Tam Coc y salí a cenar algo. Me volví al hostal para planear el siguiente día con la scooter.
El siguiente día, 23 de mayo, bajé a desayunar y tras eso cogí la scooter. Me encanta coger la scooter por estos pueblos para disfrutar del paisaje. Me da mucha libertad para hacer lo que quiera. Mi primera parada estaba a 15 kilómetros y es una antigua capital de Vietnam: Hoa Lu. Entré adentro, pero desde el principio no me gustó. Era un terreno muy grande y los edificios no me llamaban la atención. Intenté de darle una oportunidad dando una vuelta más, pero me seguía sin gustar. Decidí marcharme de ahí y continuar mi camino.

Próxima parada fue Bai Dinh, un terreno gigante llenos de pagodas y templos. Llegué a la entrada y fue un poco raro. Había muchísimas plazas para aparcar coches y autobuses, pero no había nadie. Me recordaba a un parque de atracción gigante, pero sin gente. Fui a aparcar la scooter y ahí por lo menos sí vi varias scooters aparcadas. Me fui andando por el parking gigantesco hacia la entrada. Allí compré la entrada con transporte incluido. En un cochecito me llevaron hacia la primera parada. Había que subir la montaña andando y allí pude apreciar unas bonitas vistas y varias pequeñas cuevas. Tras pasear un rato por ahí, me fui andando hacia abajo. En vez de coger el cochecito de nuevo, seguí andando.

Habían varios templos y salas, pero Dien Tam The fue la que más me impresionó. Un templo muy ancho y alto que apenas cabía en la foto desde lejos. Seguí andando hacia la stupa, la cual es la más alta del sudeste asiático. Entré adentro y cogí el ascensor para subir hacia arriba. Desde el balcón tuve unas vistas de 360 grados sobre todo el recinto y los paisajes. Me encantó y allí me quedé un rato disfrutando de las vistas. Bajé abajo y seguí andando viendo más templos. Al final me llevé allí varias horas viendo el recinto completo. Me gustó mucho y volví a la scooter para volver al hostal.




Cogí una ruta diferente de vuelta para poder seguir disfrutando de los paisajes. Me paré en varios sitios para hacer más fotos. Echaré de menos este sitio, ya que es precioso. Cuando llegué a Tam Coc, entregué la scooter y volví al hostal. Salí a cenar y me recogí temprano tras el largo día.