La alarma me sonó a las 08:00 de la mañana y me afeite la cabeza y la barba. Preparé mis cosas y hice el check-out con Anna. Ambos nos íbamos a Tokio y decidimos de coger juntos el autobús. Pasamos por el parque Oishi de nuevo y me acordé de los helados que tenían allí. El chaval de ayer me los recomendó y como desayuno me pedí un cucurucho de helado. La verdad que estaba muy bueno. Tras eso cogimos el autobús a Fujikawaguchiko. Allí en la estación compramos el ticket para ir a Tokio. Nos quedaba esperar una hora y fuimos a comer algo en un restaurante cercano. Cogimos el autobús y me llevé charlando todo el tiempo con Anna sobre nuestras vidas. Pasaron dos horas y llegamos a la estación central de Tokio. Ahí ya me despedí de Anna y yo me fui a coger el metro a mi hostal.

Llegué al hostal a las 14:55 de la tarde. Me acerqué a la recepción para hacer el check-in, pero me dijeron que el check-in es a las 15:00. Por 5 minutos me hicieron sentarme y esperar. Es un país que sigue las reglas a rajatabla. Pasaron los 5 minutos y ya pude ir a mi habitación. El resto de la tarde me quedé planeando los próximos días para ver que visitar. Es una ciudad tan grande que es imposible verlo todo. Me eché una pequeña siesta y por la noche salí a cenar algo.

El siguiente día, 5 de julio, me quedé la mañana y la media tarde en el hostal descansando. No tenía muchas ganas de explorar, ya que también hacía mucho calor. Por la tarde me apunté a un free tour por el barrio Asakusa. Antiguamente este era el barrio donde la gente venían a ver espectáculos, pero tras la segunda Guerra Mundial se quedó anticuado comparado con otros barrios más modernos. Empezamos el tour en el templo Senso-ji, el templo más antiguo de Tokio. Al lado hay también una pagoda y aquí se ve realmente la diferencia entre lo nuevo y lo antiguo: el templo y la pagoda rodeados de edificios altos y a poco distancia el Tokio Skytree, el edificio más alto de Japón. Dentro del templo probé también mi suerte. Pagué 100 yen para obtener una papeleta donde ponía la suerte que iba tener este año. Si es de buena suerte, me quedó con la papeleta. Si es de mala suerte, lo puedo colgar de un árbol. A mi me tocó un papeleta con mediana suerte. ¡Oye, podía haber sido peor!

Tras el templo nos fuimos a andar por el barrio. Pasamos por algunos antiguos teatros y también por la calle donde habían muchos bares y restaurantes. Por último, terminamos el tour en la tienda Don Quijote. Es una tienda grandísima donde puedes encontrar cualquier cosa. La razón del nombre español no me ha quedado claro todavía. Terminé el tour y me fui a cenar. Tras eso volví al hostal para hacer algo de tiempo. A las 01:00 de la mañana iba a empezar el partido de España contra Alemania en la Eurocopa. No había visto todavía algún partido y tenía ganas de ver fútbol. En el supermercado compré algo de snacks y así estuve bien preparado para ver ganar finalmente a España.


El siguiente día, 6 de julio, me levanté tarde tras haber visto el partido de fútbol de madrugada. Salí por la tarde, cogí el metro y me bajé en Shibuya. El cruce de peatones es el más famoso del mundo, ya que es el más transitado por día. Al llegar ahí, empezó a llover con relámpagos. Me tuve que meter dentro de una tienda al ver que me había olvidado de coger el chubasquero. Cayó lo más grande y el cruce se quedó vacío ya que todo el mundo estaba metido adentro. Media hora estuve esperando a que dejará de llover. Salí y primero fui a ver la estatua del perro Hachiko, famoso por ir a esperar a su dueño, hasta después de fallecer, diariamente delante de la estación. Seguí mi camino y crucé el paso de peatones ya lleno de gente. Había un Starbucks enfrente y subí arriba para hacer desde ahí también fotos y videos. De nuevo empezó a llover fuerte y tuve que esperar otra vez un rato. Decidí coger el metro para ir al ayuntamiento. Desde ahí hay unas vistas espectaculares sobre la ciudad. Lo bueno es que es totalmente gratis y está a una buena altura. No es tan alto como el Skytree por ejemplo, pero siguen siendo unas bonitas vistas. Pude ver los últimos rayos de sol y ya de noche era impresionante ver lo grande que es la ciudad. Mirará en la dirección que mirará, no veía fin a Tokio. Son 14 millones de personas que viven aquí. Eso es casi una tercera parte de España lo que está viviendo en una sola ciudad. ¡Increíble!



Estuve un buen rato viendo desde todos los ángulos las vistas. Después de eso me puse a hablar con Jeremy por Instagram. Jeremy fue una de las primeras personas que conocí empezando este viaje en el Cairo. Casualmente él también estaba aquí en Tokio y me habló hace unos días para quedar. Primero me fui a cenar al barrio de Shinjuku. Allí hay unos callejones estrechos lleno de pequeños restaurantes. Esa zona se llama Omoide-Yokocho. Me pedí un ramen y unas gyozas y me harté de cenar. Tras eso hablé con Jeremy y nos vimos un poco más adelante en “Piss Alley”. Esta zona es también de callejones estrechos, pero esta vez de bares. Lo curioso es que los bares son realmente pequeños. Tan pequeños que caben máximo unas 8 personas alrededor de la barra. Entramos en varios bares y la mayoría eran todos japoneses. Nos tomamos varias cervezas y al rato se unió con nosotros otro chaval de América que había conocido Jeremy hace unos días. A las 23:30 me tuve que ir ya que tenía que coger el último metro al hostal. Esta vez no podía volver andando, ya que las distancias eran demasiado grandes.

El siguiente día, 7 de julio, me levanté temprano para aprovechar mi último día en Japón. Cogí el metro al barrio de Shibuya. Quería visitar el templo de Meiji Jingu, pero por el camino vi una famosa calle: Takeshita. Esta calle estaba llena de gente y entré. También pensé que sería buena idea de comprarme una gorra. Perdí mi gorra hace unos meses y hace una semana perdí también mi bandana. Hoy hacía mucho sol y no tenía nada para cubrirme la cabeza. Entré en varias tiendas pero no veía una gorra que me gustara. Entré en la tienda de Uniqlo y ahí sí me compré la gorra. Por la calle Takeshita vi varios sitios curiosos. Habían cafeterías para estar con perros, gatos, cerditos o hurones. Muy gracioso de verlo por la ventana, pero no entré.

Ya agobiado de tanta gente por todos lados, me fui al parque para visitar el templo de Meiji Jingu. Valía la pena de ver el templo, pero en estas últimas semanas ya había visto varios templos parecidos. Di una vuelta por el templo y el parque y tras eso me fui a visitar el palacio imperial. El palacio está dentro de un parque grande. Entré al parque y intenté de llegar al palacio por varias entradas, pero todas estaban cerradas. Lo pude ver desde una distancia y era parecido a otros palacios que había visto en Osaka y Kioto. Con el calor que estaba haciendo, no quería dar más vueltas por el parque y me fui a la estación de metro.

Me bajé en el barrio Akihabara. Este barrio es conocido por tener muchas tiendas de electrónica. Me acordé de mi hermano, ya que le hubiera encantado ver todo esto. Al llegar allí me sorprendió ver la calle principal cortada al tráfico. La gente podía andar libremente por la carretera. Estaba precioso de ver tanta gente por la carretera con los edificios y las pantallas iluminadas alrededor. Me hice varias fotos en la carretera, pero a las 18:00 nos teníamos que retirar de allí, ya que lo iban abrir de nuevo al tráfico. Aparentemente es algo que hacen los domingos por aquí. Di una gran vuelta por el barrio y entré en varias tiendas. Está sí era el Tokio que yo quería ver: muchísima gente por todos lados, tiendas llenas de electrónica, manga, figuras, las “maids”, las pantallas iluminadas en cada edificio. Simplemente andando por ahí estaba moviendo la cabeza de izquierda a derecha, de arriba abajo para poder absorber todo lo que estaba viendo. No soy fan del manga, pero entré en una tienda de seis plantas. Las primeras plantas eran de figuritas y muñecos y las últimas plantas eran ya de manga pornográfica.


Ya no hacía tanto calor al ser más tarde y vi que estaba a media hora andando de mi hostal. Tenía ganas de andar para ver así también más de Tokio. Estaba atardeciendo y pude hacer unas fotos bonitas con las calles y el sol. Llegué a mi barrio Asakusa y me fui a visitar un centro de turismo donde había un mirador arriba. Desde ahí pude ver el templo Senso-Ji por un lado y por otro lado el Tokio Skytree. Era curioso de ver la mezcla entre lo antiguo y lo nuevo. De ahí me fui a dar una vuelta de nuevo por el templo y ahí vi un pequeño espectáculo. Había música en directo con gente bailando alrededor. Di una vuelta más y me fui a buscar un restaurante para tener mi última cena en Japón. Me pedí de nuevo un ramen delicioso y tras eso me recogí al hostal. Tenía que preparar todavía varias cosas para mi próximo destino.