Las tres de la mañana y estaba sonando mi alarma. Había quedado con una pareja española para irnos hoy a Oslob para visitar el tiburón ballena. Nos recogieron en una furgoneta y tras dos horas de camino llegamos a Oslob. Allí tuvimos que esperar dos horas más hasta que fuera nuestro turno para meternos en el agua. Teníamos el número 89, lo que significaba que habían 88 grupos en barco antes que nosotros. Ahí me di cuenta que había demasiada gente aquí y que era todo muy turístico. Desde la costa se podía ver todos los turistas en los barcos y haciendo snorkel para ver a los tiburones ballenas. Estaba tan cerca de la costa que era posible ir nadando. Cuando fue mi turno, me monté en el barco y nos llevaron al sitio. Me metí en el agua y ahí directamente pude ver este majestuoso animal. Tan grande, pero se movía por el agua con una delicadeza. En un momento se vino hacia mi con la boca abierta y fue un momento espectacular de poder ver eso. Me tuve que quitar rápido del medio para no tocarlo, ya que estaba prohibido.


Ver el tiburón ballena fue un momento que nunca olvidaré, pero también me dejó un mal sabor de boca. No me había informado mucho sobre el tour, pero el sitio era muy turístico y le daban de comer para atraerlos ahí. Son animales migratorios y al darles de comer, ya no migran tanto como suelen hacer. Aparte, la comida que se les da no es la apropiada para ellos. Si alguien lo quiere ver por Filipinas, lo recomiendo hacer en otros sitio donde es más un encuentro natural.

Tras el tour, nos dejaron a mi y la pareja española en el puerto. Ahí cogimos un ferry para llevarnos a otra isla en el pueblo de Dumaguete. La pareja se iba a quedar ahí una noche, pero yo seguía mi camino hacia la isla de Siquijor. Me monté en un jeepney, un transporte público muy barato donde la camioneta va recogiendo y dejando gente por el camino. Fue una buena manera de llegar al otro puerto. Allí cogí el ferry a Siquijor y al entrar estaban repartiendo bolsitas para vomitar. Pensé que no sería para tanto, pero las dos horas de camino se me hicieron larguísimo. Estuve a punto de vomitar por los mareos que tuve, ya que el ferry no paraba de moverse de izquierda a derecha por las olas. Al llegar a Siquijor, me bajé del ferry y me tuve que sentar un rato en una silla para recomponerme. Con una moto taxi me fui al hostal y allí estuve descansando toda la tarde tras el largo día.

El siguiente día, 14 de julio, me alquilé una scooter para explorar la isla. Primera parada fue un pequeño parque donde había un árbol gigante que aparentemente tiene fama. Después de eso me fui a visitar unas cascadas. Allí me llevé un buen rato bañándome y haciéndome varias fotos. Conocí también varios Filipinos que estaban ahí de vacaciones.




Seguí mi camino y me fui a visitar dos playas. Tuve la esperanza de ver un atardecer espectacular, pero estaba la tarde muy nublada. De camino al hostal paré en un restaurante para cenar y tras eso me recogí. En el hostal me puse a hablar con varias personas para ver en la madrugada la final de la Eurocopa con España. Para mi, el partido empezaba a las 03:00 de la mañana. Quedé con un chaval inglés en ir juntos a un bar para ver el partido. Me eché un rato en la cama, pero tampoco podía dormir. A las 02:30 salimos afuera y estaba lloviendo mucho. Por amor al fútbol, cogimos mi scooter y nos fuimos despacito de noche y con un torrencial que estaba cayendo al bar. Fuimos los primeros en llegar, ya que estaba vacío, pero poco a poco iba llegando gente hasta casi llenar el bar. Yo era el único español rodeado por una mayoría de ingleses. Canté los goles con mucho orgullo y había buen ambiente en el bar. Al final España pudo levantar la copa y contento volví al hostal para acostarme.

El siguiente día, 15 de julio, me levanté tarde. Me fui a la playa y allí me fui a almorzar en un chiringuito disfrutando de las vistas. Estaba tan a gusto allí, que me quedé hasta que se hizo de noche.

