Hoy tocaba levantarse temprano para coger el minibús al aeropuerto. Yo y Irene cogimos el avión para ir de nuevo a Cebú. En Cebú tuvimos que esperar varias horas para coger el próximo vuelo. Mi vuelo a Puerto Princesa salía antes que el de Irene y ella intentó cambiar su vuelo al mío, pero no era posible. Ambos nos ayudamos a hacer el check-in quedándose el otro con la pequeña mochila para no tener problemas con sobrepeso. Nos despedimos para vernos en breve en Puerto Princesa.
Al llegar en Puerto Princesa me fui andando al hostal y por el camino entré en varias agencias para pedir presupuesto para hacer una expedición en barco de 3 días desde El Nido a Corón. La verdad que no tenía pensado de hacerlo, pero me estaba gustando la idea de estar varios días en barco y con buena compañía. Al llegar al hostal, me quedé la tarde en la azotea del hostal disfrutando de las vistas y poniendo mis cosas al día. Ya por la noche llegó Irene y nos fuimos a cenar. Salimos del hostal y el sitio no era muy llamativo, era simplemente un barrio. Encontramos un centro comercial y ahí dentro cenamos en un restaurante. Tuvimos una agradable charla y volvimos al hostal donde estuvimos un rato más en la azotea.



El siguiente día, 31 de julio, nos levantamos temprano y cogimos un minibús para que nos llevará a Port Barton. Varias horas más tarde llegamos al pueblo y fuimos directamente al hostal. Eran las 12:00 de la tarde y no había nadie en recepción. Para no perder el tiempo, nos pusimos los bañadores, dejamos las mochilas en recepción y nos fuimos andando a la playa. Se acercó un hombre a nosotros intentando de vendernos un tour en barco, pero ya no nos daba tiempo ya que era para mañana. Sí tenía un kayak de alquiler, lo cual cogimos. El hombre nos contó que había una isla donde habían tortugas pero estaba a casi dos horas en kayak. Irene, con las ganas que tenía de ver tortugas, dijo directamente: “¡venga, ahí vamos!” Un poco sorprendido por su afirmativa, pensé en que podíamos ver donde hasta donde llegaríamos. Nos montamos en el kayak y nos pusimos a remar. La isla parecía relativamente cerca, pero era mar abierto con corriente en contra y tras media hora seguía viéndose lejos. Cancelamos ese plan y nos fuimos a visitar “Coconut beach”. Una playa de postal por las muchas palmeras que habían. Allí nos quedamos varias horas disfrutando y nos cayó hasta una buena lluvia, lo cual hizo que mi móvil se mojara y posteriormente tuve que apagarlo durante varios días y meterlo en arroz.



Andando entre las palmeras vi un camino que parecía ir a la otra playa, “White beach”. Cogimos el camino lleno de fango y tras 10 minutos llegamos a la otra playa. Estuvimos allí otro rato y volvimos andando de nuevo hacia la otra playa donde estaba nuestro kayak. En un periodo de 15 minutos, Irene tuve 3 percances: ataque de mosquitos entre las palmeras con más de 5 picaduras, una picadura de medusa y una herida en el pie. Le propuse de mearle encima de la pierna para quitarle el dolor de la picadura de medusa, pero se negó (:D).


Con el atardecer cogimos el kayak y nos quedamos en medio del mar. Creo que ahí he visto yo uno de los atardeceres más bonitos de mi vida. Los colores del cielo eran un espectáculo, el mar estaba todo calmado y parecía un cristal y ahí estábamos los dos en silencio mirando alrededor nuestra. Ya de noche volvimos al hostal para una ducha. Salimos a cenar y vimos que había un restaurante español. Yo tenía muchas ganas de una tortilla de patatas y convencí Irene de cenar allí. Pedimos una tortilla de patatas, unas croquetas de rabo de toro y unas papas bravas. ¡Riquísimo todo!



El siguiente día, 1 de agosto, nos levantamos de nuevo temprano para salir a El Nido. Ambos estábamos medio despiertos desde las 06:30, ya que se escuchaban muchos sonidos de naturaleza y sorprendentemente, empezaron con un karaoke a toda voz a esa hora. Pensamos en levantarnos para desayunar una tostada con jamón serrano en el restaurante español, pero al final no fuimos. Fuimos andando a la estación de minibús y ya nos estaban esperando al llegar un poco tarde. Tras varias horas de camino, llegamos a El Nido. Allí cogimos un tuk tuk para que nos llevarán a nuestro hostal. Ahí nos dimos cuenta que el hostal estaba encima de una montaña. Muchos escalones de subida después, llegamos arriba y pudimos hacer el check-in. La habitación era normalita, pero teníamos desde ahí unas vistas preciosas sobre la bahía. ¡La subida había merecido la pena!

Viendo que los próximos días íbamos a estar en el barco con la expedición, ambos necesitábamos lavar ropa. Al tener mucho espacio para tender la ropa y el día estaba soleado, nos pusimos ambos a lavar nuestra ropa con dos pastillas de jabón: yo en el lavabo y Irene en un cubo. Con ayuda de los ventiladores lo pusimos a secar rápidamente. Así nos llevamos una hora. Al bajar al centro vimos una lavandería que lavaba y secaba la ropa en unas horas. Nos miramos y nos reímos ya que nos habíamos podido ahorrar el esfuerzo. Pero bueno, eso es la vida del mochilero.
Durante la tarde visitamos varias agencias para ver con quien hacíamos la expedición. Ninguna nos dio un buen sentimiento y al final elegimos la que más fama tenía online. Una vez que teníamos todo preparado, era hora de relax. Estábamos en un bar con vistas sobre el mar, preparados para ver el atardecer, pero para mi gusto los banquitos de madera eran muy incomodos. Me fui a buscar un mejor sitio y encontré el sitio perfecto con hamacas y música chill-out. Avisé a Irene y ahí nos quedamos durante varias horas, charlando y viendo de nuevo un precioso atardecer. Me encantó las charlas que tuvimos sobre nuestras vidas y cosas personales. Con esas conversaciones se puede ver realmente de donde viene una persona.


Al lado nuestra había una chica sentada y empezamos a hablar con ella. Fue pura casualidad, ya que nos dimos cuenta que ella iba a ir en la misma expedición que nosotros mañana. La invitamos que se viniera a cenar con nosotros. Los tres estuvimos cenando en un restaurante y tras eso nos recogimos.
El siguiente día, 2 de agosto, era día de empezar la expedición en barco desde El Nido a Corón. Nos reunimos en una plaza cerca del hostal y en minibús nos llevaron al puerto. Allí ya nos montamos en el barco y pusimos rumbo al mar abierto. En el barco habían unos 20 pasajeros más la tripulación. Durante el día hicimos varias paradas para hacer snorkel. Para el atardecer llegamos a una isla donde nos quedamos a dormir en cabañas de madera. Durante la noche nos juntamos con un padre y sus hija de 16 años y hijo de 17 años de Dinamarca. Entre los cinco nos pusimos a jugar el juego de cartas ‘el mentiroso’. Ya tarde, Irene se acostó y poco después también los daneses. Yo me quedé un rato más, ya que había gente todavía cantando karaoke. Empecé a hablar con unos chavales de Inglaterra y un hombre de Polonia. No sé como, pero la conversación empezó sobre la criminalidad y inmigración en Inglaterra y terminó sobre la guerra de Israel y Palestina. Hubieron momentos en el cual se puso tensa la cosa, pero a mi me gustan estas conversaciones. El ron que pusieron gratis no ayudó mucho a los ingleses la verdad. Tras eso nos acostamos ya todos.

El siguiente día, 3 de agosto, nos levantamos tempranos y volvimos al barco para desayunar ahí. Nos fuimos hacer de nuevo durante el día snorkel en varios sitios y tuvimos hasta suerte de ver tortugas. Por la noche llegamos a otra isla y aquí me cogí una cabaña a pie de playa mirando hacia el mar. Había menos ambiente esta noche y Irene y yo nos pusimos a jugar de nuevo con los daneses. Tras eso pusieron una hoguera y ahí estuve charlando un buen rato con Irene hasta que nos fuimos a dormir.

El siguiente día, 4 de agosto, fuimos a visitar por la mañana una cascada dentro de los manglares. Había que ir de dos en dos en dos kayaks ida y vuelta lo que hizo que tardará todo mucho tiempo. La cascada al final no merecía tampoco tanto la pena. Tras eso fuimos a visitar unas rocas para tirarnos desde unos 10 metros de altura al agua. Más tarde ya pusimos rumbo a Corón y estuvimos varias horas navegando. Al final nos llevamos una desilusión, ya que por la hora y el mal tiempo que hacía no era más posible de ver la gran goya de esta expedición: “Twin Lagoon”.Llegamos a Corón y cogimos un tuk tuk para llevarnos al hostal. Ya era de noche y nos fuimos directamente andando al centro para cenar en un restaurante. Tras comer, dimos una vuelta y encontramos un bar con música en directo. Ahí nos tomamos varias cervezas disfrutando de la música y tras eso nos recogimos.
El siguiente día, 5 de agosto, teníamos el plan de hacer un tour para ver el “Twin Lagoon”, pero la mañana estaba de lluvia. Alquilamos una scooter para los dos y nos fuimos a desayunar. Empezó a llover fuerte de nuevo y tras comer nos volvimos al hostal para estar allí un rato de relax. Por la tarde ya mejoró el tiempo y salimos a dar una vuelta con la scooter. Primero pasamos por varias escuelas de buceo para que Irene pudiera hacer mañana un tour. Tras eso, cogimos carretera y simplemente nos dejamos llevar por lo que veíamos. Pasamos por pequeñas aldeas donde los niños nos saludaban mientras que estaban jugando. Nos metimos dentro de la isla y subimos arriba de una montaña, donde pudimos ver unos paisajes preciosos. Con el atardecer estuvimos en un lago disfrutando de las vistas. Volvimos a Corón y ahí empezó a llover de nuevo fuerte. Esperamos un rato que dejará de llover, pero nada. Ya hartos de esperar, nos montamos de nuevo en la scooter y fuimos rápidamente a cenar a un restaurante coreano. Ambos mojados completamente por la lluvia, entramos al restaurante donde estaba el aire acondicionado a tope. Nos sentamos y nos pedimos una sopa calentita cada uno para coger calor. Tras la cena, llevé Irene a otro sitio para probar un típico postre de Filipinas: el halo halo. Yo lo había probado hace varias semanas, pero no me acordaba ya muy bien como era. Se puede resumir como una mezcla de muchas cosas y echamos ahí unas buenas risas por lo que estábamos comiendo. La noche seguía lluviosa y nos volvimos al hostal.
Hace casi tres semanas que conocí a Irene y posteriormente al resto del grupo. Me ha encantado haber podido compartir momentos con todos ellos. Al final la experiencia se hace mucho mejor así. Pero aquí nuestros caminos se iban a separar.