Bajé a desayunar y tras eso preparé mis cosas para hacer el check-out. Llamaron a mi puerta y aparentemente ya estaba el minibús para recogerme. Me monté y me senté delante. Recogimos varias personas más y tras eso pusimos rumbo a mi próximo destino: Cat Ba. Es una isla en la famosa bahía de Ha Long. Pensé en quedarme en Ha Long, pero por lo que he leído es demasiado turístico y caro.
Por el camino pude ver las maniobras del chófer y algunas veces hacía unos adelantamientos por los cuales te quitarían el carnet de conducir en Europa. Tras varias horas llegamos al puerto y ahí nos montamos en el ferry con el minibús. Media hora más tarde llegamos a la isla de Cat Ba y el minibús iba dejando a todos los pasajeros en sus hostales. Llegué sobre las 16:00 a mi hostal y tras organizar algunas cosas, salí afuera a explorar la zona. Había visto online que había un mirador encima de una montaña cercana con vistas sobre la bahía y el atardecer. Empecé a subir la montaña y a mitad del camino ponía que estaba cerrado la vía por uso militar. Había más gente y dijeron de subir un camino al lado entre los arboles. Subí y llegué arriba de la montaña. Las vistas eran preciosas y me quedé ahí sentado un buen rato. Escuché a varios chavales hablando español y empecé a hablar con ellos tres. Al rato se unieron dos chavalas y un chaval de Andalucía. Decidimos todos de bajar abajo, ya que se estaba haciendo de noche. Nos fuimos a un bar que ellos conocían donde ponían un jarra de cerveza local por 33 euro céntimos. Allí nos quedamos durante la noche charlando y bebiendo. Por el buen rollo que teníamos entre todos, contratamos juntos un tour para el siguiente día en barco por la bahía. Ellos se recogieron y yo me fui a cenar ya que todavía tenía hambre.
El siguiente día, 25 de mayo, quedamos todos en mi hostal ya que yo había contratado para todos el tour desde ahí. Salía más barato que en otros sitios. A las 08:30 nos recogieron a los 8 en un minibús para llevarnos al puerto. Allí empezó a llover mientras que nos subíamos en el barco. Salimos del puerto y ahí ya se podía ver los preciosos paisajes que habían por la bahía. Montañas por todos lados llenos de vegetación. Mirará por donde mirará, era todo precioso. Paramos para meternos en el agua. Hacía un poco de frío, pero menos mal que había dejado de llover. Me tiré desde el barco y el agua estaba calentita. Daba gusto estar dentro del agua y nos fuimos nadando a una pequeña isla para explorarla. Tras un rato seguimos nuestro camino en barco y nos fuimos hacer kayak. Nos llevamos hora y media en kayak paseando por el mar entre las montañas y explorando dos cuevas. Nos queríamos bañar ya que empezaba hacer calor, pero habían tantas medusas que no podíamos. Llegó un momento que me daba hasta cosa de remar por no darle a las la cantidad de medusas que habían.
Tras el kayak nos dieron un almuerzo en el barco y nos fuimos a visitar otra parte de la isla de Cat Ba. Con unos cochecitos eléctricos nos llevaron a un pueblo dentro de un valle para que meteríamos los pies en un baño para que los peces se comieran la piel muerta. Aguanté un poco, pero no me gustó el sentimiento. Salí de allí y con unos pocos cogimos bicicletas para explorar el pueblo. Dimos una vuelta y nos hicimos varias fotos. Tras eso volvimos al barco y empezaron a poner música. Tomamos el mando de la playlist, pusimos canciones españolas y nos pusimos a bailar. Así nos llevamos el resto de la tarde hasta que volvimos al puerto.
Tras una ducha quedé de nuevo con el grupo y nos fuimos al mismo bar de ayer. Allí estuvimos toda la noche charlando, cenando y bebiendo cervezas y “happy water” (un vino de arroz que sabe como el tequila). Ya de noche quitaron las mesas y pusieron la música para bailar. Allí nos quedamos un buen rato hasta medianoche. Nos fuimos todos a la única discoteca que había ahí. La música estaba a tope y tampoco habían mucha gente. Las discotecas son raras por aquí, ya que son más de tener tu mesa y estar sentado. Casi nadie está bailando. Viendo el ambiente, el volumen de la música y el hecho que estaba ya cansado, me despedí del grupo y me fui al hostal a dormir.
Los siguientes días, 26 + 27 + 28 de mayo, me los tomé con calma y no hice mucho. Salí a almorzar y a cenar y de vez en cuando a dar una vuelta por el pueblo. El siguiente día, 29 de mayo, me tocaba marcharme. Cogí el autobús a las 15:30 y tendría 12 horas de camino para llegar a mi próximo destino.