¡La alarma del móvil! Son las 05:15. Parecía que había vuelto al retiro de meditación con estas horas. Había quedado con Mia y Mickey a las 05:45 para ver pasar los monjes por las calles. Con el amanecer, los monjes van recogiendo comida. Se ofrece principalmente arroz cocido, lo cual me pareció raro para dar. La gente lo da haciendo con la mano, cubierto por un plástico, una bola de arroz desde la olla. Cuando pasan los monjes se les da. Pero también se les puede dar otras cosas, como galletas por ejemplo.

Tras ver esto nos fuimos a Phousi hill, donde ya estuve el otro día. Ahora queríamos ver el amanecer desde el punto alto de la ciudad. Mereció mucho la pena la subida, ya que vimos unas vistas espectaculares desde ahí. Estaba un poco nublado con que el amanecer del sol no se apreció mucho. Nos sentamos y estuvimos un rato disfrutando allí.

Volvimos abajo y me fui a desayunar y ducharme. Posteriormente quedé con Mia para ir detrás en su scooter a visitar un sitio de artesanía y tejeduría. El lugar explicaba como a día de hoy seguían tejiendo como antiguamente. Era interesante de leer y ver como era el proceso. A pesar de la información, todavía no entendía como podían hacer esos patrones tan difíciles.

Después de eso nos volvimos a la ciudad para entregar la scooter y nos fuimos andando al lado del río. Allí encontramos un buen sitio con buenas vistas y asientos cómodos para tomarnos un smoothie. Nos llevamos hora y media charlando sobre nuestras vidas. Después de eso nos fuimos a que nos dieran un masaje. Mia se pidió un masaje de cara y yo un masaje de cuerpo con aceite. Pensaron que éramos pareja o algo y nos pusieron en la misma sala. Tras una hora de masaje, nos fuimos a almorzar. Íbamos con la hora justa, ya que hoy nos íbamos a otra ciudad en tren. Almorzamos rápido y se junto con nosotros una pareja francesa y colombiana que conocimos en el barco para despedirse de nosotros. Tras comer volvimos cada uno a nuestro hostal para recoger nuestras cosas. Vinieron en furgoneta por mi para llevarme a la estación de tren. Yo llegué el último y Mickey y Mia ya me estaban esperando allí.

En la estación de tren me sorprendió el control exhaustivo que hacían. Las mochilas tenían que pasar por los rayos y botes de spray no eran permitidos. A cada uno nos cachearon. Tras eso, nos montamos en el tren de las 18:00. Tras una hora de camino llegamos a nuestro destino: Vang Vieng.
Desde la estación cogimos un autobús para que nos llevaran al centro de la ciudad. Desde allí era solo unos minutos andando al hostal. Saqué también dinero del cajero, lo cual en Laos tengo que hacer a menudo. El cajero te permite sacar máximo 2 millones de Kip, lo cual equivale a unos 90 euros solamente. Por la inflación la moneda ha perdido muchísimo poder adquisitivo.
Los 3 habíamos acordado quedarnos en la misma habitación compartida en el hostal. Para Mia era nuevo, ya que nunca se había quedado en un hostal con habitaciones compartidas. Ella es una “mochilera” de hoteles o habitaciones privadas. El hostal lo había elegido yo y estaba bien. Tenía una gran piscina con vistas y por la noche ofrecían “happy hour”. Nos tomamos un coctel al llegar y salimos a cenar. Era tarde y ya muchos lugares no aceptaban más gente para cenar. Tras buscar un rato encontramos un restaurante mexicano. Estuvimos muy bien allí y comimos de maravilla. Yo estaba tan lleno después de mis fajitas que ni quería postre. Volvimos al hostal para acostarnos.