Tras recogerme ayer tarde, me levanté sobre las 10:30 y estaba cansado. Tenía que hacer el check-out a las 11:00. Salí del hostal y compré algo de comida en el supermercado para desayunar. Me fui al metro para irme al aeropuerto, ya que hoy tocaba despedirme de Corea del Sur. Tuve que hacer un trasborde para coger el tren hacia el aeropuerto y ahí vi que iba a tardar el recorrido una hora. Pensaba que iba a ser menos tiempo y pensé que iba a ir un poco justo de tiempo. Llegué sobre las 12:45 al aeropuerto y al final pude obtener la tarjeta de embarque y pasar los controles bastante rápido. A las 14:30 me monté en el avión y tras dos horas de vuelo llegué a Osaka en Japón. Japón nunca fue un destino que me llamará mucho la atención. Me parecía demasiado moderno y “freaky”, pero quería experimentarlo con mis propios ojos. Además, muchos viajeros me habían hablado maravillas sobre Japón.
Desde el aeropuerto cogí un tren al centro de Osaka. En el mapa vi que el aeropuerto estaba hecho en una isla artificial dentro del mar. Una maravilla tecnológica de los japoneses. Tras 45 minutos de tren llegué a la estacón de tren en Namba. Al salir afuera vi que estaba lloviendo bastante y decidí esperar un poco hasta que dejará de llover. Viendo que no iba a dejar de llover, me puse el chubasquero y me fui andando 15 minutos hasta el hostal. Hice el check-in y me puse a mirar que hacer estos próximos días. También vi que había un buen restaurante cerca del hostal y me fui allí a cenar. Entrando en el restaurante me di cuenta en lo diferente que era un restaurante en Japón con lo que he conocido anteriormente. Tienen mesas para cuatro personas, pero también tienen una barra baja donde se pueden sentar personas que van solas o a lo mejor en pareja. Es literalmente comiendo y mirando a la pared. Al lado mía se sentó un chaval de Inglaterra llamado Sam. Yo cansado de todo el día, la verdad que no iba buscando conversación. Simplemente quería comer y volver al hostal, pero Sam empezó hablándome y al final nos llevamos toda la cena charlando. Daba la casualidad que Sam también era fan del Arsenal y estuvimos un buen rato hablando sobre el fútbol. Tras la cena me despedí de Sam y me volví al hostal para acostarme.
Los dos próximos días, 23 y 24 de junio, estuve simplemente de relax. Estas últimas tres semanas no he parado y notaba que necesitaba descansar y no hacer nada. En Hong Kong, Pekín y Seúl estaba andando una media diaria de unos 20 kilómetros. Por un lado me daba pena de “desperdiciar” mi tiempo en no hacer nada cuando acababa de llegar a un país nuevo, pero sabía que tenía que escuchar a mi cuerpo y descansar para reponer baterías. Los dos días no hice nada, simplemente dormir, escribir y ver series. De vez en cuando salía para dar una vuelta andando y comer.
