A las 06:30 de la mañana me levanté para estar listo a las 07:00. Se unió con nosotros también Arne y los cinco nos montamos en un Uber para que nos llevará a la montaña. Al principio el conductor del Uber nos dijo que no al ser 5 personas, pero hablé con él para que nos llevará dándole una propina. La montaña está a 44 kilómetros de Puebla y tardamos algo más de una hora en llegar. Alexandra se tuvo que sentar encima de mí, pero ella no aguantaba más con el cuello y se tendió encima de nosotros tres en el tramo final. ¡Un show atrás en el taxi!

La montaña se llama Malinche y hace referencia a Doña Marina (La Malinche), la intérprete y consejera de Hernán Cortés durante la Conquista de México. A día de hoy está visto como una traidora al ayudar los españoles contra los Aztecas. La montaña, que es un volcán inactivo que ha permanecido en reposo durante miles de años, tiene una altitud de 4.461 metros sobre el nivel del mar, lo que la convierte en la sexta montaña más alta de México.

A Alexandra le encanta el montañismo y ha subido muchas montañas. Ella nos recomendó la cantidad de agua que traer y que ropa ponernos. Mis zapatos no eran los más adecuados para esto, pero estaba preparado para la ruta. Sobre las 9 de la mañana llegamos al parque nacional de Malinche. ¡Nos esperaba una ruta de 8 horas, de los cuales 5 horas serían de subida hasta la cima y 3 horas de bajada! Yo estaba tenso desde el principio, ya que he tenido varias experiencias de montañismo donde mi miedo a alturas me influyeron. Subí hace unos años la montaña más alta de Córdoba (Pico la Tiñosa a 1.570 metros) y lo pasé fatal. Ahora iba a subir la montaña más alta en mi vida, pero quería ponerme a prueba y superar mis miedos. He aprendido que crezco más como persona saliendo de mi zona de confort.
La ruta empezó a unos 3.000 metros de altura y desde el principio había una buena inclinación. Subiendo notaba que me faltaba oxigeno y no sabía si era que mi condición física estaba fatal o es que no estaba acostumbrado a estas alturas. No era al único que le pasaba esto y nos tomamos con calma la subida para acostumbrarnos a esta altura. Alexandra nos explicaba los peligros del mal de altura. Dolor de cabeza era por ejemplo un síntoma peligroso ya que el cerebro se podía hinchar lo cual podría causar en un extremo grave la muerte. Con esa sabiduría me puse más tenso todavía. A todos nos dolía un poco la cabeza y pensé hasta en volver atrás, pero decidí seguir y vivir la experiencia.
Las primeras dos horas de subida eran por el bosque lleno de arboles. Por el camino empecé hablar más con Alexandra y me pareció cada vez más una chica interesante. Ella había estado viajando ya durante 3 años y teníamos bastante cosas en común, menos el montañismo por supuesto. Es una chica muy alegre y con una voz dulce con la cual se puede hablar fácilmente. Compartimos muchas cosas sobre nuestras vidas y nuestros viajes.

Llegamos a la línea donde ya no habían más arboles y desde ahí pude ver la cima de la montaña. En ese momento me di cuenta lo que nos quedaba todavía para subir y que la subida iba a ser complicada. Lo positivo era que el camino no era con un precipicio por alguno de los lados, lo cual me quitó un poco mi miedo a las alturas. Las próximas tres horas íbamos subiendo poco a poco con ritmo firme, subiéndonos con las manos y los pies por las piedras. De vez en cuando me tuve que poner a cantar canciones para salir de mi mente y no pensar en mis miedos. Los otros me siguieron cantando y así íbamos para arriba. Por el camino vimos hasta una familia holandesa y alemana con niños pequeños subiendo. Ahí pensé que si los niños podían, por supuesto que yo también. En mi defensa, los niños no subieron hasta la cima. Uno de los padres si subió hasta arriba solo.

La última hora empezamos a sufrir un poco el mal de altura. En algunos momentos sentimos algunos mareos y dolores de cabeza. De vez en cuando tuvimos que tomarnos un descanso para acostumbrarnos a la nueva altura. Tuve un breve momento donde tuve mareos fuertes que me tuve que sentar y descansar. Seguimos nuestro camino y tras 5 horas y media llegamos a la cima de la montaña. Orgulloso de haber superado este reto, me senté para disfrutar de las vistas. Muy tranquilo no estaba yo sentado, ya que no soltaba las rocas en ningún momento. Allí nos quedamos unos 20 minutos descansando y disfrutando.

Ahora nos esperaba la vuelta hacia abajo. La bajada parece más fácil, pero mucha veces es más complicado por tener que bajar con más cuidado para no resbalar y también por el esfuerzo en las rodillas y piernas. Al no llevar los zapatos adecuados, pegué varios culazos. Yo estaba ya mucho más tranquilo y físicamente estupendamente, pero algunos de los otros tuvieron problemas de nuevo con mareos y dolores de cabeza. Tras hora y media de bajada llegamos de nuevo a la línea de los arboles y entramos en el bosque. Lo más complicado ya quedó atrás y yo estaba contento de haber superado este reto. Varios resbalones y culazos más, llegamos tras 8 horas y media de nuevo al punto de inicio. Los 5 estábamos bien, pero necesitábamos beber algo ya que a todos se nos había acabado el agua durante la bajada. En un pequeño kiosco nos compramos bebidas mientras que negocié yo con un guardia un taxi para que nos llevara a un pueblo cercano. El último autobús de las 17:00 lo habíamos perdido y no quedaba otra que coger el taxi. De nuevo nos tuvimos que meter los 5 en un taxi, pero solo fue durante 25 minutos. Llegamos al pueblo y ahí pudimos coger el autobús que nos llevó a la estación de autobús de Puebla. Me sorprendió que estuviera físicamente tan bien después de las 8 horas y media. Me notaba solo un poco los cuádriceps por la bajada, pero por el resto estaba todavía con energía. En Puebla cogimos de nuevo un taxi para llevarnos al hostal.

En vez de ducharnos y relajarnos demasiados, nos fuimos directamente a un restaurante para cenar. Comimos y fuimos a por un helado y volvimos al hostal. Allí le di una gran abrazo a Alexandra para agradecerle el día de hoy. Sin ella, no había vivido esta experiencia. Me fui a ducharme con agua caliente y me metí en la cama, donde me quedé directamente dormido.
